Película Megamind

El negocio funciona tan bien que la proporción de títulos de animación de las productoras se ha disparado. En Paramount-Dreamworks van por la tercera en 2010. Tras Como entrenar a tu Dragón y Shrek 4, llega ahora Megamind, otro acierto comercial. El dinero entra a espuertas. ¿Por qué no vamos a producir en serie si la presumible pérdida de calidad del producto no se traduce una reducción de beneficios? –pensarán- En definitiva, así funciona una empresa cualquiera. Por mucho que nos pese, ¿por qué iban a ser diferentes las compañías cinematográficas?

En fin, centrándonos en lo que toca aquí, una película al fin y al cabo, resumiría mi opinión en que Megamind es un producto mediocre que transita caminos infinidad de veces recorridos por otras tantas películas para niños y adolescentes. Nada nuevo bajo el sol. Sin ir más lejos, hace un par de meses nos visitó Gru. Solo que ahora, el villano protagonista a redimir es un extraterrestre cabezón de color azul con un desconcertante parecido a David Villa.

Durante la presentación de la cinta, asistimos a un paradigmático cliché de serial sesentero de superhéroes. Un modelo intachable para la comunidad (Metroman), enfrentado a un villano inasequible al desaliento por más intentos frustrados que acumule (Megamind)… hasta que, ante la sorpresa de todos –del público y del propio personaje- ocurre que lo consigue, consigue eliminar al superhéroe.

En este punto, la película podría haber sido gamberra y de colmillo afilado, hiriente, nada predecible, sin embargo opta por lo contrario. Sin una brizna de chispa, vuelve pronto al redil y acaba por desmerecer hasta una gris imitación de Los Increibles, que tantea además ¿quién sabe por qué? aspectos de la comedia romántica más cursi.

Esta vez las voces conocidas no son suficientes para sofocar el incendio. Tina Fey, Will Ferrell, Jonah Hill y Brad Pitt no están para milagros y hacen lo que pueden con unos personajes tan planos que se debería demandar a la productora por publicidad engañosa al vendernos el 3D. Imposible no pedir la hora a mitad de camino.

¿Es lícito introducir el concepto de “burbuja animada”? Probablemente sí. A este género sobrexplotado no le vendrían mal un par de sonoros fracasos comerciales que pusieran en guardia a los que ponen la pasta. Los trailers, además, están cortados todos por el mismo patrón y el espectador empieza a no saber a qué atenerse. Solo Pixar mantiene su prestigio indemne y, pese a un par de deslices, puede vender la marca. En este sentido, desde sitios como VaDeCine hemos de separar, en la medida de nuestras posibilidades, el grano de la paja al espectador entre la cada vez más amplia oferta animada. No está la cosa para malgastar el dinero en medianías. Así que sépanlo ustedes, Megamind lo es.