Película Yo soy la Juani

Viva la Juani. Así suena el móvil de la heroína que Bigas Luna nos presenta en esta ocasión, y ese será el emblema que tome por bandera en la búsqueda de sus sueños. La princesita de los polígonos dejará atrás una vida de frustración para embarcarse en un proyecto utópico. Y es que pasar de cajera en el Media Markt a actriz no va a resultar a la Juani tan fácil como ella piensa. Un padre alcohólico, una madre frustrada y un novio simiesco con menos cerebro que el tubo de escape de su coche tunning serán los pesados lastres que arrastre en su lucha por alcanzar la gloria. Así, acompañada de su fiel Vane, «choni » arrabalera corta de miras y obsesionada por el tamaño de sus pechos, dejará de lado la vida en el polígono para trasladarse a Madrid, ciudad de oportunidades.

En esta cinta, Bigas Luna pretende mostrar un retrato, no tan hiperbólico como cabría pensar, del ambiente juvenil de extrarradio. Tiñendo el metraje de gloss de labios chillón, tunning y hip-hop, la estética se acerca por momentos más a la de un videoclip que a la de un producto cinematográfico, especialmente en los momentos en los que el mundo de lo onírico se viste de psicodelia, otorgando al conjunto una armonía visual de lo más variopinta. Como colofón encontramos una escena en la que una carrera de tunning de lo más peculiar se torna videojuego a lo Need for speed, algo que ya hemos visto con anterioridad en películas como La playa (Danny Boyle, 2000), pero que viene muy acorde con el tono general de la cinta en esta ocasión.

El reparto no podría haber sido más acertado. Verónica Echegui es quien da vida a la Juani, que se enfunda la mini, luce tanga y masca chicle con una soltura pasmosa. Digna de alabar es también la actuación de Dani Martín, voz de El canto del loco, en cuyo papel de gorila incorregible encaja a la perfección, quizá por sus aires chulescos y su voz de canalla.

De imprescindible mención es la banda sonora, teniendo como clímax la aparición en pantalla de La Mala Rodríguez cantando el tema Por la noche. Con artistas tan dispares como Haze, Placebo con su ya mítico Pure Morning o Facto Delafé y Las Flores Azules ponen música a este popurrí de personajes marginales que luchan por sobrevivir.

En definitiva, estamos ante un intento de reconvertir el típico american dream a la española en un experimento visual que se aleje de los convencionalismos, siendo el mayor atractivo de la cinta y, efectivamente, un reclamo para el público más joven, eso que ahora se suele catalogar como la “cultura del polígono”.