Película Los tres mosqueteros (2011)

Paul W.S. Anderson es un sinvergüenza, ni más ni menos. Pero un sinvergüenza de los buenos. De los que la palabra se dice con media sonrisa y muta en extraño elogio. Por eso, cuando decide utilizar la historia de los tres mosqueteros como excusa para su enésima cinta videojueguera (¿acabo de inventar un adjetivo?) y por supuesto vuelve a contar con su esposa Milla “pateaculos” Jovovich para enseñar ligas y repartir estopa, no podemos sino sonreír. Si además el resultado de este sacrilegio sobre otra joya literaria consigue ser más entretenido que la versión moderna que Guy Ritchie hizo de Sherlock Holmes y con un mejor manejo de las escenas de acción que toda la trilogía Transformers, sombrerazo (de época) y a comer palomitas.

La historia de D’Artagnan y los tres más famosos integrantes de la guardia del Rey escrita por Alejandro Dumas a mitad del siglo XIX ha sido llevada numerosas veces a la pantalla grande. Desde la adaptación musical protagonizada por Gene Kelly hasta la noventera con Charlie Sheen, el soporte de aventuras folletinescas ha aguantado el paso del tiempo conservando toda su frescura y atractivo. De modo que no es extraño que se haya intentado exprimir un poco más el “todos para uno, uno para todos” ya con el nuevo milenio en su segunda década. Y como no podía ser de otra forma, la vía de introducción a nuevas generaciones en mitos cuyas raíces se entierran muchos años atrás ha sido de la única manera que en Hollywood creen posible para que la chavalería se sienta atraída por ellos, mucha acción a ritmo de musicote y sobre todo, introducir elementos anacrónicos (normalmente armas) que hagan familiar y acelerado el desarrollo de los acontecimientos.

Pero si esto último así como el brochazo extra gordo con el que se ventilan el dibujo de personajes limita totalmente las pretensiones de la película, el hecho de que el director sea realista y sepa perfectamente sus fronteras creativas hace que los innumerables fallos se vean hasta cierto punto compensados y consiga que disfrutemos durante todo el metraje sin aburrirnos en ningún momento. Si realmente buscas que te cuenten la novela con detalle y buen gusto es que no has visto el tráiler, claro, así que el espectador medio al que se dirige la peli da por bueno las meras pinceladas mosqueteriles y punto. Podría ser Indiana Jones y unos amigos y la cosa funcionaría igual. Anderson no toma demasiado en serio prácticamente nada en ningún momento y eso le honra (véase el barco-dirigible insertado en una torre de Notre-Damme). Además, no abruma con las set-pieces de acción y sabe terminarlas en su debido tiempo. Desde luego no sé qué haría si tuviera el triple de presupuesto para sus inventos, pero sabe rentabilizar lo que tiene, sacarle el máximo partido (salvo a Christoph Waltz, que parece estar pensando en cada momento que quién le mandaba meterse en la producción). De hecho, el epílogo de la película amaga con hacer un Michael Bay, pero afortunadamente, no. Hasta la próxima, golfo.

Por cierto, tuve la suerte de librarme del 3D. Alivio.