Película Los Simpson: La Película

Hace algún tiempo que los fanáticos de Los Simpson andamos cabizbajos. Años ya. Duele ver arrastrarse a tu ídolo por los terrenos de juego. La que otrora se ganase a pulso el honorífico título de mejor serie de televisión de la historia, hace varias temporadas que se humilla a sí misma, convertida en infame producto comercial. Es lo más doloroso que se ha visto por la pequeña pantalla desde que el 19 de septiembre de 1996, en una fatídica 13ª etapa camino de los Lagos de Covadonga, tuvimos que presenciar como Indurain, nuestro Indurain, se apeaba de la bicicleta. Fue el final de un mito, ya no habría regreso. Al menos, quedó el consuelo del hecho puntual: decidió retirarse con dignidad. Ojalá Matt Groening hubiese emulado al pentacampeón del Tour. Ojalá no hubiese cedido a las pretensiones comerciales de la Fox y hubiese jubilado la serie tras desfallecer, como Miguelón, con la llegada del número 13, temporada, en este caso.

Golpes y más golpes. Homer haciendo el imbécil (y el ridículo).

Fue mucho, muchísimo tiempo rayando al mejor nivel. Preciosos capítulos de fina ironía y verdadera alma. Con significado y significante cinematográfico, cada entrega se convertía en una pequeña pieza maestra con más cine en su interior que la mayoría de films que llegan a nuestras carteleras. El esbozo de personajes resultó ejemplar y rotando alrededor de la disfuncional familia conocimos a todo un pueblo: Springfield. En él, cada habitante tenía su sitio y momento. Tomando en un comienzo al carismático gamberrete Bart como eje central, con el paso de los años el punto de equilibrio viró hasta Homer, quién sabe si por pura fuerza gravitatoria. El cabeza de familia, revisión del inolvidable Pedro Picapiedra, encandiló con su entrañable tosquedad: un tipo que parecía un gorila pero poseedor, en el fondo, de un enorme corazón. Así, durante años disfrutamos orgullosos de haber conocido a esa gente: nuestros queridos amigos amarillos.

Sin embargo, algo terrible sucedió. Sin razón aparente, al tiempo que los dibujos adquirían mayor color y realce, perdieron su personalidad, labrada durante largo tiempo. Extrañamente, ocurrió la suplantación progresiva; abducción, tal vez. De repente, Homer mutó en un odioso patán cercano a la subnormalidad: un auténtico gilipollas. Del mismo modo, todo el pueblo se convirtió en caricatura de sí mismo, exprimiendo sus gracietas hasta dejar planos y desdibujados la totalidad de roles. Sin duda, primó la fórmula fácil y el ingenio se perdió. Ahora no pasa de ser un producto para un público poco exigente que, al ser mayoría, ha provocado sustanciales niveles de audiencia, prolongando así la agonía.

¿Spidercerdo genial? ¡Venga hombre! Que Tenacitas ya existió, oiga.

Tras años de infames temporadas, que convirtieron cada capítulo en una deslavazada sucesión de gags sin sentido narrativo alguno, se anunció a bombo y platillo la llegada de la película que podría herir de muerte la franquicia. Algunos vaticinaban, optimistas ellos, un nuevo resurgir en vista de los nombres implicados en el proyecto: antiguos creativos de la época dorada y el visto bueno del propio Groening. No podían estar más equivocados. La cinta sigue el camino marcado en los últimos tiempos y, aunque se le intentó dotar de un hilo narrativo ecologista, el resultado es tan mediocre que entristece profundamente que ésta sea la visión mayoritaria que de la mítica serie vayan a tener generaciones enteras. Una vez más, los personajes se autoparodian y parecen hacer vacíos cameos, absolutamente carentes de aquel espíritu tan especial que conseguía, a la par, troncharnos de risa y conmovernos en incunables como ‘Tres hombres y un cómic’‘Homer contra el octavo mandamiento‘ o ‘Bart en suspenso’.

Así, por muchos años que pasen, por más simplones capítulos nuevos que hagan y aunque esta innecesaria y anodina The Simpsons Movie se empeñe, nada podrá arrebatarnos el indeleble recuerdo de aquellas primeras temporadas. Siempre podremos revisitarlas. Siempre, aclaración hecha, seré un devoto entusiasta de los primigenios Simpson.