Película El Gran Stan (El Matón de la Prisión)

He aquí una de las mayores bobadas en cartelera. Realmente no hay mucho que decir de esta vulgar comedia con escasa gracia. Dirigida y protagonizada por Rob Schneider, uno de los peores humoristas del momento, la cinta resulta un despropósito que no les animo a descubrir por ustedes mismos. Una fallida parodia carcelaria, plagada de rancias sandeces, incapaz de cumplir su principal cometido: hacer reír.

Stan es un acaudalado y sinvergüenza agente inmobiliario condenado a tres años de prisión por sus múltiples estafas. Por fortuna, éste no ingresará en el penal hasta pasados seis meses, tiempo que invertirá en una preparación física y mental para allanar su trance entre rejas. Habitual triunfador en la vida, aunque aterrorizado esta vez, Stan se ha marcado un claro objetivo: evitar ser sodomizado. Para ello contará con la ayuda y entrenamiento de un experto en artes marciales, ‘El Maestro’, que le convertirá en un auténtico matón capaz de defenderse ante cualquier peligro por la retaguardia.

Pivotando el film sobre la violación anal, el asunto no puede resultar más cargante. Todo un derroche de chistes fáciles acerca de esa parte donde la espalda pierde su noble nombre y se divide en dos. Una memez integral en la que David Carradine, descojonándose de sí mismo, resulta lo único medio interesante.

En definitiva, una pésima película que sale muy malparada de su intento por caricaturizar el submundo carcelario. Y es que, pese a tener claros los conceptos a parodiar: el malvado alcaide, el anciano consejero con una perpetua, los subgrupos negros, nazis y latinos, la cinta parece estar pensada con esa zona de la anatomía de la que, argumentalmente, tanto abusa su guión. Francamente estúpida y aburrida, les aconsejo eviten dar con su traseros en la sala que la proyecte. ¡Vaya!, todo se contagia menos la hermosura, así que mejor iré concluyendo antes de que me manden a tomar por… Con perdón, y ya en serio: malísima.