
Valoración de VaDeCine.es: 4.8
Título original: The Lost Boys Nacionalidad: Estados Unidos Año: 1987 Duración: 98 min. Dirección: Joel Schumacher Guión: Janice Fischer, James Jeremias, Jeffrey Boam Fotografía: Michael Chapman Música: Thomas Newman Intérpretes: Jason Patric (Michael), Corey Haim (Sam), Dianne Wiest (Lucy), Barnard Hughes (Abuelo), Edward Herrmann (Max), Kiefer Sutherland (David), Corey Feldman (Edgar), Jamison Newlander (alan), Jami Gertz (Estrella) Trailer
La leyenda narra que un nuevo ser de la noche nace de la mordedura del vampiro. Un renacido heredero del glamour, magnetismo y oscuro poder de su elegante agresor. Sin embargo, en ocasiones la transformación se ve truncada en algún punto del proceso. En esos escalofriantes casos, el resultado es un infeliz engendro entre dos mundos. Como le ocurre a Jóvenes Ocultos, un vampírico film que horroriza en la comedia y provoca hilaridad en sus empeños de asustar. Un aborto hortera, paupérrimamente nutrido por la misericordiosa añoranza de cinéfilos apiadados de su contemporánea cinta. Una pútrida dieta que mantiene las constantes vitales de su ruinosa existencia, tan lejana de la lujuriosa sangría de reconocimiento que disfrutan otros títulos del subgénero. Y es que la lastimosa criatura de Joel Schumacher resulta un fallido intento por crear una juvenil y desenfadada gamberrada vampírica, que sólo encuentra consuelo en la mediana originalidad del concepto. Sam y Michael son dos adolescentes que, acompañando a su divorciada madre, se instalan en la ciudad de Santa Carla. Pronto llegarán a sus oídos siniestros rumores sobre la existencia de vampiros en la localidad californiana. Tras una noche de juerga con sus nuevos colegas, Michael regresará a casa sintiendo que algo está cambiando en su interior. Con la ayuda de su hermano menor y dos pequeños clava-estacas iniciará una peligrosa lucha contra la oscura maldición de Nosferatu.

Empapada de aquella espantosa moda de los 80, estas curiosas tendencias Glam-Metal resultan, tras el paso de los años, lo más divertido de la cinta. Estrafalarias chaquetas, coloridas camisas, cardados y tintes capaces de poner la piel de gallina a cualquiera. Para el recuerdo más freak queda aquella pandilla de chupasangres, liderada por un jovencísimo Kiefer Sutherland, que bien podrían pasar por teloneros de los Poison. Mención especial sí merece, a propósito del Rock, su correcta selección de temas musicales que evita el total fiasco. Aparte de esto, poco más interesante encontraremos, dejando como chistoso legado aquel rollo de "Matar al Vampiro Jefe", o el chirriante "¡Te has convertido en un vampiro de mierda!, verás cuando Mamá se enteré". En definitiva, pobre bagaje para, mal aconsejados por la nostalgia, elevar a los altares un irregular largometraje que coquetea con el absurdo menos intencionado. Rozando el aprobado, la grata reminiscencia infantil esta vez no fue suficientemente. Que la más encantadora cinefagia no nos turbe. Todo tiene su lugar en la historia del celuloide; pero no siempre puede ser de privilegio.
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