
Valoración de VaDeCine.es: 3
Título original: The Mist Nacionalidad: U.S.A. Año: 2007 Duración: 124 min Dirección: Frank Darabont Guión: Frank Darabont (novela: Stephen King) Fotografía: Rohn Schmidt Música: Mark Isham Intérpretes: Thomas Jene (David Drayton), Marcia Gay Harden (Mrs. Carmody), Laurie Holden (Amanda Dumfries) Página web Trailer
Apúntenlo. La Niebla, de Frank Darabont: uno de los peores finales de los últimos tiempos, si no el peor que jamás haya visto. Barroco, innecesario, pretendidamente tosco, completamente abominable. La angustia y la desesperación del ser humano sin salida le llevan a cometer el mayor de los sacrificios. Eso hubiera bastado, fundido en negro y a positivar. La película hubiera estado pasable, con algún buen momento y punto. Pero no, Frank, quisiste hacer el doble tirabuzón con giro y te has caído de culo. Y claro, con el cabreo, se pierde la perspectiva y uno sale del cine con sabor a lejía. Aun así, hasta esos escasos dos minutos finales la cinta tampoco convence como para ser un trabajo que aspire a ser tomado en serio. Darabont adapta a Stephen King como ya hiciera en La Milla Verde y Cadena Perpetua. A diferencia de éstas, el relato escogido es una de esas novelas de usar y tirar de terror/suspense que han hecho famoso al escritor norteamericano. Tras una tormenta, una extraña bruma cubre todo un pueblo y cualquiera que se adentra en ella muere irremedablemente. Un grupo de gente a la que la niebla sorprende en un supermercado, quedará completamente aislado y tratará de sobrevivir. Este material de serie B sirve al director para intentar profundizar en la psicología del ser humano ante la fatalidad, observando el devenir de la pequeña comunidad ante el suceso. Desde la temprana incredulidad hasta la completa irracionalidad. Es aquí donde el director quiere poner su cámara y escrutar. Tras el shock del suceso y la aparente cooperación, va emergiendo el personaje de una fanática religiosa –la siempre solvente Marcia Gay Harden- que ve llegar el Apocalipsis. Siempre con la Biblia en la mano, va ganando en número de adeptos hasta llegar a la confrontación. Darabont es valiente y la lleva hasta sus útlimas consecuencias cuando, apelando al antiguo testamento, la jauría, ya en mayoría, reclama el sacrifico del pecador a la bestia en una secuencia realmente valiosa donde sobran, como siempre, los intentos de explicación del porqué ocurren las “cosas raras” de las pelis de terror.

Es una pena, sin embargo, que todo lo concerniente al terror propiamente dicho sea considerado mucho menos importante. De hecho, es una amalgama de clichés tan manidos que uno se aburre y comienza a jugar a adivinar referencias. Lovecraft por aquí, Hitchcock por allá, pero nada realmente notable. Nada que consiga subyugarte e introducirte de lleno en la pantalla como habitualmente consigue, por ejemplo, M. Night Shyamalan. A ello tampoco ayuda la excesiva cantidad de personajes con cierto peso de la película. Sucesos a los que se les presta demasiada atención podrían perfectamente no haber ocurrido sin perjuicio alguno de una trama, que se hace así algo pesada. Me da la sensación de que Frank Darabont ha pretendido hacer algo realmente original y se ha quedado a medio camino de todo. El resultado es muy flojo, y supone un escaloncito más, o dos, en esa cuesta abajo desde lo más alto que el director de Cadena Perpetua emprendió tras ella.
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De acuerdo con lo del final circense, y más para alguien que se ha educado en el cristianismo.
Pero, aparte de eso, la película me gustó. Sobra, por ejemplo, el enfrentamiento entre el prota y su vecino picapleitos, pero me encantó, por ejemplo, el comienzo, cuando llega la niebla ante el asombro del personal. Me encantaron los bichos, absolutamente asquerosos y me encantó el papel de la fanática, a quien todos los espectadores les hubiera gustado asesinar.