Película Diarios de Motocicleta

Ernesto Guevara de la Serna, “el Che”. Controvertido e icónico revolucionario, símbolo de rebeldía y lucha contra el imperialismo para millones de idealistas comenzó a forjar su aventurera e inconformista personalidad durante un enriquecedor viaje, narrado por esta encantadora película, en el cual el joven estudiante de medicina Ernesto Guevara, acompañado de su buen amigo Alberto Granado, decide recorrer media Latinoamérica a bordo de una vieja motocicleta. Dispuestos ambos argentinos a vivir la gran experiencia de sus vidas, llenos de ilusión, energía y ganas de conocer todo lo que el mundo pueda ofrecerles, Ernesto y Alberto emprenden esta odisea en la que, con astucia y buen humor, conseguirán salir airosos de múltiples situaciones dificultosas que ellos mismos eran conscientes de querer experimentar antes de afrontar su travesía.

Sutilmente estructurada en dos partes, la cinta -basada en el propio diario de Guevara- tras sus distendidos primeros pasos evoluciona sin brusquedades y con enorme acierto hacia una comprometida obra en la que el joven “Che” comienza a comprender la gran injusticia reinante en su sufrido continente, cambiando su percepción de la vida para siempre.

Sin cuestionar ni valorar la veracidad de los hechos mostrados en pantalla, el film transcurre deliciosamente y funciona a la perfección con total independencia de la impactante figura en la que se convertiría Ernesto pocos años después, atisbándose tímidamente, tan sólo en sus minutos finales, el proyecto de gran personaje del siglo XX que el muchacho representaría. Debido a la crucial importancia que este catártico viaje debió tener en la vida del celebérrimo revolucionario en su juventud, con bastante facilidad y vulgaridad la historia podría haber caído plenamente en el error de convertirse en una facilona muestra de injusticias sociales y pobreza infinita a ojos de los dos jóvenes; no obstante, evitando ser éste el resultado, por fortuna se insinúa al mito pero no es mostrado.

Esmerada, con una notable fotografía de preciosos parajes, salpicada de buena música y bastante ilustrativa sobre sabrosos pedazos de la cultura Latinoamericana, Diarios de Motocicleta resulta mucho más que una correcta película biográfica, traspasando este concepto con suficiencia gracias, además de a las virtudes anteriormente expuestas, a la buena labor de sus dos principales intérpretes, Gael García Bernal y Rodrigo de la Serna, muy entonados en total armonía con un conseguido guión inundado de entretenimiento, cuando la ocasión lo requiere, y rebosante de carga emocional cuando la historia toma cuerpo sentimentalmente hablando.

Muy recomendable, una gran muestra de buen cine y saber hacer sin excesos que deja un dulce sabor de boca en el paladar y hace sentir ese cosquilleo en las manos previo al aplauso que los más comedidos no arrancamos casi nunca, pese a ser el trabajo muy merecedor de ello.