
Valoración de VaDeCine.es: 4
Título original: Take the Money and Run Nacionalidad: U.S.A. Año: 1969 Duración: 85 min Dirección: Woody Allen Guión: Woody Allen y Mickey Rose Fotografía: Lester Shorr Música: Marvin Hamlisch Intérpretes: Woody Allen (Virgil Starkwell); Janet Margolin (Louise); Jackson Beck (narrador) Trailer
LA MEDIOCRIDAD DEL GENIO EN CIERNES. Tras el experimento de doblaje cómico What´s up Tigger Lily? (Woody Allen, 1966) -piedra roseta de eso que El Infomal primero y Joaquín Reyes más tarde han popularizado en España-, la privilegiada mente de Woody Allen comenzó a desarrollar proyectos cinematográficos con esta mala película que iba a dirigirle Jerry Lewis y sin embargo acabó fagocitando él mismo. Por mucho que uno sienta la tentación de dejarse llevar por el fanatismo, Toma el Dinero y Corre no es nada más que el batiburrillo de ideas de un cómico salido del Stand-Up neoyorquino que quiso hacer un monólogo audiovisual cuyo ritmo y coherencia narrativa resultaban del todo supérfluos.

Sin embargo, dejando claro este punto, no deja de ser verdad que observar la primera película de Woody Allen es fascinante desde el punto de vista de un seguidor de toda su filmografía. Toma el Dinero y Corre contiene la mayor parte de los fantasmas del gran Allen, el sexo, Dios y su inexistencia encubierta por la religión, el psicoanálisis, el hombre y la mujer y su interacción condenada al fracaso, pero por encima de todo eso, el gusto por hacer reír al espectador usando esos mismos temas de la manera más inteligente posible, siempre con los clásicos en la retina del director. Tanteando el falso documental -el primero en la historia del cine-, que posteriormente llevaría a la excelencia con Zelig (Woody Allen, 1983), Allen cuenta la historia de Virgil Starkwell, enemigo público número uno, desde su nacimiento (la misma fecha que el Allen real) hasta su encarcelamiento permanente (se rodó un final mortal donde era acribillado a balazos en una escena similar a la de Bonnie and Clyde (Arthur Penn, 1967) que se quedó en la mesa de montaje). En ella, se siente Allen demasiado deudor del slapstick de Chaplin, Keaton y Lloyd, a los que homenajea en varias secuencias, de modo que el gag verbal es secundario en el largometraje, dando el protagonismo a un humor visual descafeinado y demasiado simplón. Un error que irá corrigiendo a lo largo de su carrera pero que lastrará sus primeros trabajos (incluso más que en este caso), desde Bananas (Woody Allen, 1971) hasta El Dormilón (Woody Allen, 1973). La película deambula a salto de mata, muy dispersa, como si fuera un programa de humor televisivo de sketches cuyo único elemento común fuera el propio Allen. Un notable actor de comedia, infravalorado en comparación con sus dotes de escritor y director, que soporta sin atisbo de derrumbamiento el protagonismo absoluto de la cinta. Por muy delincuente que aparente ser el personaje, ya vemos al libérrimo seductor protagonista de Annie Hall engatusando a una delicada Janet Margolin que acaba por ceder a sus encantos tras un pequeño paseo por el parque.

Toma el Dinero y Corre es el valle que anticipa esa inmensa cordillera que es la carrera de Woody Allen, un genio sin parangón en la historia del cine. No obstante, bendita mediocridad esa que te permite decir que en uno de tus peores trabajos has dejado para la historia media docena de frases como esa de que “el sexo sólo es sucio cuando está bien hecho” y un par de gags gloriosos como el de ese preso que acepta que hagan pruebas con él y acaba teniendo como efecto secundario el convertirse en rabino. Lo dicho, la genialidad se palpaba en el ambiente.
|
estoy contigo en esta crítica