Valoración de VaDeCine.es: 9
Título original: 12 years a slave
Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 2013 Duración: 133 min.
Dirección: Steve McQueen
Guión: John Ridley (Biografía: Solomon Northup)
Fotografía: Sean Bobbitt
Música: Hans Zimmer
Intérpretes: Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Benedict Cumberbatch, Paul Dano, Paul Giamatti, Lupita Nyong’o, Sarah Paulson, Brad Pitt, Alfre Woodard, Michael K. Williams, Garret Dillahunt, Quvenzhané Wallis, Scoot McNairy, Taran Killam, Bryan Batt, Dwight Henry
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Trailer
Desde el primer instante, en el cual un capataz negrero explica cómo cortar la caña de azúcar, nos invade la impresión de que Steve McQueen quiere encerrarnos en su obra. Queda claro que lo va a conseguir. Precisamente, si uno tiene dos dedos de frente, puede imaginar lo que debe ser pasar un día tras otro, de Sol a Sol y sin descanso, ejecutando un trabajo de los duros de verdad. Puede que alguno de ustedes haya tenido alguna relación con una tarea de este tipo, digamos durante una campaña muy intensa en la que la vida social se diluye y el levantarse, exagerando un tanto, es cada mañana un salto al precipicio existencial. Pues bien, hecho el acto de identificación, eso no se acercaría ni lo más mínimo al drama que esta necesaria cinta está a punto de lanzarnos contra los sentidos.
Antes hablamos de trabajo. Ocupación remunerada, conviene recordar. Quizás también en estos tiempos es necesario añadir “justamente remunerada”, pero a eso iremos en otro momento. Lo de la esclavitud es muy distinto. La brutalidad de emplear humanos para el enriquecimiento de otros mediante torturas y sin derechos ni mayor libertad que la de de escoger su propia muerte -y ni eso, pues habría que pensar en las consecuencias para los suyos-; esa abominación no merece tener un nombre recogido en un diccionario creado por los hombres. No es posible encontrar palabra para describir lo que supone esta absoluta atrocidad.

Todos sabemos bien que nuestra historia universal está bien repleta de actos de crueldad intolerable y exorbitante opresión. El de la esclavitud, la estrictamente entendida como tal -porque una vez más dejamos en el tintero palabras acerca del silencioso yugo cada vez más pesado bajo el que vivimos hoy-, es quizás el capítulo más bochornoso de la Humanidad. En su eficaz empeño, McQueen nos obliga a un importante ejercicio de conciencia. A no dejar pasar por alto que esto acontecía hace apenas un puñado de años en la autoproclamada tierra de las libertades, Estados Unidos, potencia hiperdesarrollada con mano de obra esclava en su enésimo episodio de ignominia tras el exterminio de la población indígena y antes de abusar de medio planeta en el siglo siguiente, entre otras lindezas.

El proyecto cinematográfico, por tanto, se entrega enteramente a reflejar sin paños calientes lo que aquello pudo ser, no escatimando en crudeza y desgarro con total atino e impecable factura. En ello se afana una cámara capaz de captar cada mínimo detalle en los rostros de sadismo y sufrimiento de esclavistas y sometidos respectivamente, sacando el mejor provecho de unas interpretaciones colosales.
En esta historia basada en hechos reales cabe una gran riqueza de personajes. El guión de John Ridley sabe dosificarlos. Así, a lo largo y ancho de la película hallamos un adecuado mapa descriptivo de nuestra especie, y además excelentemente llevado, sin hacerse batiburrillo ni buscar la completa oscuridad o limpieza de alma más allá de los polos opuestos que necesariamente sí existen y han de enfrentarse en las figuras encarnadas por el maravilloso Michael Fassbender, componiendo con maestría un negrero consumido por su propia maldad, y por Brad Pitt, suponiendo un soplo de esperanza la aparición de su personaje en esta conmovedora y precisa obra. Los monstruos existen. Residen en nosotros y entre nosotros. Han prosperado con su falta de escrúpulos como arma frente a la conciencia, en demasiadas ocasiones convertida en debilidad frente a quien no repara más que en sí mismo. Alienta pensar que la bondad venza batallas al miedo. Es cuestión de hacer acopio de ella y probar su fortaleza exponencial. Nunca es mal momento para recordar que los monstruos pierden en número; estoy convencido. En uno mismo, en la mayoría de casos, y desde luego en la sociedad. Pensemos en ello de cara a un futuro de justicia posible y sostenible.
Camara de Oro en Cannes a la mejor ópera prima con "Hunger" y dos años seguidos en "lo mejor" de VDC con "Shame" y "12 Años de Esclavitud". Gran carrera de Steve McQueen con sólo tres pelis