Película Cuatro vidas

Parece que se está extendiendo la tendencia entre muchos directores de realizar obras corales al estilo de Magnolia (Paul Thomas Anderson 1999), Pulp Fiction (Quentin Tarantino ,1994), Babel (Alejandro González Iñárritu, 2006) o Crash (Paul Haggis, 2004). ¿Alguien puede encargarse de decirles que este recurso ya está más visto que el tebeo? Entrelazar historias usando como nexo la casualidad tuvo su gracia en un principio, pero resulta que se ha convertido en táctica reiterada carente ya de atractivo.

Cuatro vidas no crea falsas expectativas. Ya a priori el título anuncia lo que vamos a presenciar. Se trata de la historia de cuatro personajes de lo más dispares. La cinta se divide en cuatro capítulos, “Felicidad”, “Placer”, “Dolor” y “Amor”, correspondiéndose así con un proverbio chino que asocia la vida a estos cuatro sentimientos básicos.

Los esmerados travellings que acompañan a los títulos de crédito parecen presagiar un trabajo, cuanto menos, original. Sin embargo cae en el tópico rápidamente. No es que trate de un absoluto descalabro, sin embargo, conforme avanza el metraje, la sensación de dejavú asedia al espectador. Y es que todos y cada uno de los cuatro relatos que conforman la cinta beben de demasiadas fuentes y todas demasiado memorables como para superarlas.

La primera narración es la que protagoniza Forest Whitaker. Encarna a un agente financiero acomodado de carácter metódico y un tanto insulso. Hastiado de su patética existencia decide poner un poco de sal a su vida cuando llega a sus oídos que unas carreras de caballos ilegales van a ser amañadas y que Mariposa, se alzará con la victoria. Una oportunidad perfecta para dar un poco de emoción a su tediosa rutina. La segunda gira en torno a Brendan Fraser que tiene el don de adivinar el futuro y trabaja como matón a cargo del mafioso “Dedos” (Andy García). La imposibilidad de escapar al destino hace que el personaje se sienta preso del fatum y se limite a deambular por el mundo a la espera de que llegue su hora. Trista (Sarah Michelle Gellar) es una cantante pop corta de entendederas y confiada que caerá en las garras de Dedos al ser traicionada por su agente. La cinta cierra con el relato que protagoniza Kevin Bacon, que frustrado por el amor no correspondido de Gina (Julie Delpy), vivirá a su lado a la sombra de una consolidada amistad a la que se aferrará como un doloroso “segundo premio”.

La calidad del reparto en esta ocasión es uno de los puntos fuertes, sin embargo, contratar a buenos actores no siempre es sinónimo de triunfo. Es imposible aglutinar tantos sentimientos y emociones en los 97 minutos que dura la película. Es tal la profundidad que destila la obra que, por mucho esmero que pongan los actores, es inevitable que el espectador los observe atónito corriendo de acá para allá como pollos sin cabeza. Y es que en proyectos como éste, se corre el riesgo de pretender trascender mucho para finalmente no indagar en nada. Es previsible que todo quede apuntado con alfileres, ya que se necesitarían tres horas de metraje para que el puzzle encajara sin tener que entrelazar a presión cada una de sus piezas.

Entretenida, pero postiza y tramposilla. La sombra de otros trabajos en esta línea es demasiado alargada como para que sea considerada. Seguramente que el potencial talento de Jieho Lee se vea truncado en esta ocasión por lo obvio de sus referentes. Y es que si algo funciona bien es mejor no tocarlo.