Película The purge: La noche de las bestias

¿UNA FÁBULA INMINENTE?

La coyuntura socio-económica actual ha llegado a un punto de quiebra tal que cabe plantearse situaciones extremas de reacción popular, tal y como viene ocurriendo en las diversas manifestaciones de protesta por parte de los ciudadanos, o los llamados “escraches” a los responsables políticos de medidas altamente cuestionables para el pueblo. Asimismo, desde el lado de los dirigentes, no cesan de tomarse políticas para paliar la crisis (que parece no solo económica sino también de valores, según determinadas reacciones o comportamientos desde los círculos del poder), y sin embargo dichas elecciones, transformadas o no en leyes a seguir por el común de los mortales -la sección honesta, aquella que ni corrompe ni deja corromperse con facilidad-, pueden producir el efecto contrario al pretendido… siempre y cuando atendamos como deseado el causar el mayor bienestar posible para la mayoría de nuestra sociedad, o al menos para la sección más necesitada (que crece exponencialmente a diario).

Trasladándonos a territorio americano (donde todo parece más plausible), cabría imaginar una de esas posibles leyes como la que fabula The purge: durante una noche, el crimen se legaliza. ¿Cuál es el objetivo de semejante aberración? Erradicar de las calles la parte más débil y no contribuyente de la sociedad: mendigos, indigentes, sin techo, etc. Así, hay un efecto purificador y una exculpación tanto a nivel moral como legal en los ejecutores, y los índices económicos aumentan de alguna manera, según determinados estudios que estimarían una mayor autoestima en el pueblo, con la consiguiente confianza en el gasto. Lo más interesante de semejante distopía es el hecho de jugar a imaginarse la posibilidad de su reproducción en la realidad, algo que no parece tan descabellado toda vez se siga viendo deteriorada la necesaria relación entre el pueblo y sus representantes políticos; así, la fecha planteada por el film, el año 2022, quizás hasta pueda parecer demasiado lejana en el tiempo

El responsable de plantear este interesante e igualmente incómodo punto de no-retorno es el americano (valórese la redundancia) James DeMonaco. En su labor como guionista, se desenvuelve con brío a la hora de desarrollar una historia que pone en el punto de mira a un nuevo rico (Ethan Hawke) que idea e instala sistemas de seguridad en las casas de sus vecinos con el fin de prevenir, precisamente, días como este, pero que se verá obligado a poner en entredicho el blanco de sus manos para defenderse del asalto de un grupo de jóvenes que persiguen a un negro que se introduce en su domicilio y al que quieren “purgar”.

Las diferentes fases de la narración aparecen bien planteadas, y a pesar de algún giro realmente poco creíble, el juego de muerte que se establece entre los diferentes personajes parece bien resuelto, sacándose partido a la limitación del desarrollo íntegro de la película en un solo decorado, el interior de la casa. Se echa en falta, sin embargo, una mayor profundización en el discurso que apunta y no termina de concretar, carencia más grave si cabe teniendo en cuenta el enorme terreno expansivo, tremendamente crítico, que podría llegar a alcanzar. No obstante, en el aspecto puramente ficcional sí se atreve a llegar hasta el final de las consecuencias, y aun sin hacer acopio de la explicitud, reserva instantes de gran dureza a lo largo del metraje, lo que prueba una libertad creativa que a buen seguro hubiera quedado cercenada de haberse manejado con un mayor presupuesto -si bien esto, a su vez, le hubiera posibilitado un mayor aparataje para la finalización de algunas escenas, dotándolas de un sentido más espectacular, lo que tampoco era estrictamente necesario vista la contundente efectividad de su propuesta-.

Como realizador, James DeMonaco depara momentos de auténtica tensión en The purge. Inspirándose en el juego amenazante de films recientes como Los extraños (incluso desde un punto de vista meramente teatral, a partir del miedo y esa extraña sensación de peligro que infunden las máscaras de los invasores), la regia planificación y el constante juego de perspectivas a través de objetos en apariencia menores, sirven como elemento sugestivo y adelantan el terror que se desencadenará después. En la fase invasiva propiamente dicha, todo ese trabajo de contención se ve reflejado en la explosión de una violencia dosificada pero igualmente terrible, donde la tensión inherente a la lucha por la supervivencia aparece filmada con pulso y una estudiada agresividad; son esos momentos cuando la quietud del plano tras la esquina desencadenan un exterminio clarificado cara al espectador, con el inimaginable objetivo de lograr la empatía del mismo con el alienado y sufrido protagonista. Así, la cinta se emparenta con esa primera joya del gran John Carpenter: Asalto a la comisaría del Distrito 13, con la lógica distancia que separa el nervio y un mejor sentido de la depuración narrativa que ofertaba ésta.

The purge: La noche de las bestias pasa por ser un atractivo y bien resuelto ejercicio de tensión que apenas permite la pausa a lo largo de sus escasos 90 minutos de duración. Su premisa es excepcional, altamente sugerente y que se debe prestar para la reflexión de todos y cada uno de los ciudadanos que componemos una sociedad. Además de una estimulante cinta que mezcla con sentido cine de terror y acción, podría haberse convertido en auténtico cine político, lo que la hubiese alzado definitivamente al podio de los campeones. Por eso su cuarto puesto deja un poso de rabia para el aficionado más exigente.