
Valoración de VaDeCine.es: 8
Título original: Searching for Sugar Man Nacionalidad: Suecia Año: 2012 Duración: 85 min. Dirección: Malik Bendjelloul Guión: Malik Bendjelloul Fotografía: Camilla Skagerström Música: Sixto Rodríguez Intérpretes: Documental
Trailer
Ficha técnica en Sensacine
Sixto Rodríguez fue un cantautor, como tantos otros, desconocido en los Estados Unidos. Publicó dos discos que pasaron sin pena ni gloria entre el público de principios de los 70 y, poco a poco, su figura pasó al anonimato. Ese olvido, perfecto caldo de cultivo para que realidad y leyenda urbana se den la mano, es el punto de partida de uno de los mejores documentales que se han facturado en los últimos años. ¿Qué tiene de especial esta historia? Pues que en otro rincón del mundo, en aquel mundo sin internet donde la información no recorría kilómetros al instante, ese mismo artista alcanzó tal fama que su importancia se comparaba con la de Elvis Presley o Bob Dylan. Este hecho tuvo lugar en Suráfrica (y también en menor medida, aunque se obvie, en Australia y Nueva Zelanda), donde las canciones de Cold Fact se convirteron en himno para la población afrikaner en contra del ‘apartheid’. De este modo, las nuevas generaciones de surafricanos fueron asimilando temas como Sugar Man, I Wonder o Cause como clásicos de la música folk. Por supuesto, el artista nunca fue consciente de su popularidad en aquellas latitudes. Y en aquellas latitudes, su nombre evocaba el misterio. Era un personaje críptico, desconocido, de quien poco se conocía más allá de las diversas conjeturas sobre su muerte, todas de lo más variopintas: desde un tiro en la sien en plena actuación hasta una inmolación con un bidón de gasolina.
Engrasado por ese misterio imposible en nuestros días, Malik Bendjelloul dirige con extraordinario sentido del espectáculo un documental que se escinde en dos piezas de tono bien diferente. En su primera parte, se expone la búsqueda de la sombra de la deidad a cargo de un par de devotos. El propósito de conocer la suerte del mito lleva a dos fans de Rodríguez a cercar su figura ya en los años 90. Las pistas, en cada verso, en cada mención de una ciudad en alguna de sus canciones. Trabajo de chinos realizado con la dedicación que sólo da el fervor más absoluto, inmunes al desaliento hasta encontrar la piedra de Rosetta. Y ahí, la historia se relanza como tratado sociológico sobre cómo se gana la fama.

Llegados a este punto, Searching for Sugar Man –ganador del Bafta y el Oscar al mejor doculmental de este año- encierra entre sus fotogramas, aunque sea por un momento, la inocencia primigenia de la música, exhibida en los mejores pasajes del documental como arte desnudo, despojado de los mil y un excipientes que año tras año vamos añadiendo a eso que nos encanta desde la adolescencia. Se emparenta entonces con Anvil (otro documental musical imprescindible). La pose, la reivindicación de lo excelso desde posiciones con criterio de autoridad, o el éxito, todo eso que condiciona nuestro juicio para bien o para mal, son por un momento eliminados de la ecuación. Gracias a la (mala) suerte, obtenemos durante un instante una perspectiva clara, cercana a la objetividad, desde la que valorar el trabajo de ese hombre, primero convertido en mito y después nuevamente humanizado. Y la historia cala de veras cuando es su propia voz la que habla y su propia vida la retratada.
Es probable que el acto reivindicativo sea la verdadera intención del documental. Pero a fin de cuentas, aunque su cándida segunda mitad no les convenza –yo reconozco abiertamente mis ganas de creer hasta la última línea de la historia- y sospechen que se ha jugado a dramatizar los hechos para buscar la complicidad del espectador, podrán al menos descubrir a un artista meritorio de quien jamás sabremos si, al igual que otros como Nick Drake, guardaba sus mejores canciones para una madurez musical nunca alcanzada. Escuchen la banda sonora de la película en spotify –está disponible- y juzguen ustedes mismos.
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Buena pinta, sí señor! A ver si puedo verla pronto. Entre tanto, esta tarde mientras trabajo te haré caso y abriré el Spotify...