Valoración de VaDeCine.es: 7
Título original: Life of Pi
Nacionalidad: Estados Unidos, China
Año: 2012 Duración: 127 min.
Dirección: Ang Lee
Guión: David McGee (novela: Yann Martel)
Fotografía: Claudio Miranda
Música: Mychael Danna
Intérpretes: Suraj Sharma (Pi), Irrfan Khan (Pi adulto), Adil Hussain (Santosh), Rafe Spall (escritor), Tabu (Gita)
Página Web
Trailer
DE LA SUPERVIVENCIA Y EL CONTRATO SOCIAL
Al valorar La vida de Pi uno debe someterse a un ejercicio de abstracción a diversos niveles. El primero, el más básico, consistirá en olvidar las expectativas creadas, pues tráiler y promoción (“la nueva Avatar”, se rezaba impúdicamente) poco tienen que ver con lo que el largometraje realmente es: una historia de supervivencia tras un naufragio, sin fantasía ni nuevos mundos. El poderoso envoltorio visual (incontestable) vendrá de nuestros mares y nuestras criaturas. Fascinante, sin duda. Mágico, pues nuestro planeta lo es. Pero condenadamente real.
Seguidamente, deberemos enfocarnos hacia la abstracción del medio en que nos es narrado el relato. Adaptación de la novela de Yann Martel, la película anda lastrada durante sus primeros compases, donde la estructura de un narrador que rememora su pasado ante un entrevistador se antoja demasiado fatigosa para el formato cinematográfico. Definitivamente hay estructuras literarias funcionales pero difícilmente trasladables al cine. La intención inicial pasará por reconstruir a través de flashbacks la infancia del protagonista, en La India, junto a su familia y el zoo que regentan, de manera sorprendente y sugestiva, en la irrepetible línea que marcase la maravillosa Big Fish. No pasará del fallido intento en su comienzo. Así, el film no despegará hasta el fatal accidente naval (de espectacular factura técnica), cuando el joven Pi quede varado en un bote salvavidas a solas con un tigre.

De la odisea de supervivencia, que afortunadamente abarca la mayor parte del metraje, emana el brío de la última cinta del siempre solvente Ang Lee. Sin entrevistador ni otros personajes, la relación de Pi y Richard Parker (un formidable ejemplar de tigre de bengala) será la auténtica fuerza motriz de la historia. Una relación en las antípodas de Disney, lejos de su visión antropomorfa y animista de los animales. El tigre es un animal salvaje, hambriento en su barcaza y reflejo de la maravillosa ferocidad de la naturaleza. Así, el reto de Pi será triple, pues deberá sobrevivir al naufragio en sí, al propio tigre y, finalmente, a la locura. Por esta vertiente, el film emparenta poderosamente con el Náufrago de Zemeckis y Hanks, cambiando, eso sí, al recordado Mr. Wilson por las fauces de Richard Parker, un acompañante decididamente diferente, pero compañía al fin y al cabo.
Finalmente, y ya de un modo subjetivo y particular, cada uno deberá decidir hasta qué punto queda afectado por el trasfondo religioso del film, tabla salvavidas para un chico que abraza todo credo a su alcance con un mensaje de unidad y coexistencia, resaltando las tremendas similitudes entre religiones y desdeñando sus pequeñas desigualdades, todo un golpe a la línea de flotación del extremismo. Sin embargo, en opinión de quien escribe, este mensaje divino queda sepultado por el relato de supervivencia y la riqueza psicológica del personaje. Un plano de profundo simbolismo que nos sitúa en la frontera de la propia naturaleza humana, de las limitaciones que el contrato social marca, para conocer todo aquello de lo que hemos de despojarnos para sobrevivir a la fatalidad, dejando atrás, apenas remolcado tras la barca, el ser humano que uno era en sociedad.

Bueno..para pasar la tarde de domingo me ha dado. Está bien hecha de cojones, eso sí