Película Todo sobre mi madre

Con Todo sobre mi madre, Pedro Almodóvar consiguió por fin la aceptación unánime de crítica y público que de un modo u otro siempre le habían negado. Hasta sus más férreos detractores tuvieron que rendirse ante la desgarradora historia de la protagonista y la intensa y atrayente forma en la que está contada.

El argumento de esta película puede resultar a priori bastante rocambolesco: Manuela vuelve a Barcelona, después de huir apresuradamente de allí hace mucho tiempo, para comunicarle a Lola, su marido transexual (¡!), la muerte de su hijo en común. En su búsqueda, Manuela se topa con una antigua amiga, Agrado, también transexual y prostituta, Huma y Nina, una pareja de actrices lesbianas con problemas conyugales, y la hermana Rosa, una alienada monja que se dedica a ayudar y reinsertar a prostitutas y que está embarazada de Lola. Lo sorprendente es que Almodóvar consigue hacer creíble el desarrollo de esta trama. Para ello echa mano de una exposición casi primigenia de los sentimientos más básicos (dolor, amistad, amor…) y de un elenco de actrices en estado de gracia, en especial Cecilia Roth, que desgarra hasta al corazón más impasible con su interpretación de madre desconsolada por la muerte de su hijo, aunque también aportan su granito de arena una deliberadamente sobreactuada Marisa Paredes, una cabreada Candela Peña, una cándida Penélope Cruz y una hilarante Antonia San Juan (grande como ella sola). A diferencia de otras películas de Almodóvar, cargadas de personajes secundarios con historias paralelas, de los que se podrían escribir otros guiones (de hecho, el personaje de la enfermera Manuela aparece ya en La Flor de mi secreto), aquí todos ellos tienen la función prioritaria de apoyar a la trama central, dotando a la película de una gran unidad temática.

Por otro lado, un elemento a destacar de la obra de Almodóvar es su eclecticismo a la hora de incluir referencias de otras películas o libros en sus guiones, algo especialmente significativo en Todo sobre mi madre, ya que aquí son muchas y muy elaboradas. Por ejemplo, el inicio de la relación de Manuela con las actrices Huma y Nina está sacada de Eva al desnudo (Joseph L. Mankiewicz, 1950), pero a diferencia de la Eva del título, Manuela es completamente sincera con sus intenciones; de Opening night (John Cassavetes, 1977), toma la escena del atropello de un fan que quiere conseguir un autógrafo de la estrella que idolatra; de Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan, 1951) toma la relación de Manuela con su marido, su machismo y su despotismo en la relación entre ambos; y de Bodas de sangre toma el profundo dolor de una madre por la muerte de su hijo. Almodóvar no repara en mostrar estos referentes de forma clara, y los utiliza como recurso narrativo y como elementos integradores del guión. Ahí radica la genialidad de este director, en coger una gran variedad de referentes y transformarlos, creando algo completamente nuevo. De este modo pueden disfrutar de la película tanto los que no conocen dichos referentes, ya que el film funciona por sí mismo, como los que sí los conocen y pueden hacer una segunda lectura, más metacinematográfica.

Pero lo más importante, después de ver la película, es la idea de solidaridad que te queda al conocer a un grupo de mujeres (u hombres convertidos en mujeres) que se ayudan unas a otras sin reservas, egoísmos o intereses ocultos (¿los hombres serían capaces de ayudarse del mismo modo?). No por casualidad uno de los personajes repite la frase “quien quiera que seas, siempre he confiado en la bondad de los desconocidos”, tomada de Un tranvía llamado deseo. Dicha solidaridad se apoya visualmente en multitud de planos en los que aparecen simultáneamente varios personajes mientras hablan entre ellos, favoreciendo la idea de que están juntos, acompañándose los unos a los otros.

En resumen, además de ser una película con un guión muy bien elaborado, contar con unas magníficas interpretaciones y tener un nivel visual superior a la media, manda un mensaje positivo sobre la capacidad del ser humano para hacer el bien. ¿Se le puede pedir algo más a una película?