Película Carretera al Infierno

Siempre resulta una lástima que algo que empieza muy bien termine sólo regular. En el cine este sentimiento de frustración suele inundarme con bastante frecuencia, aunque muy pocas veces con tanta intensidad como con este thriller que prometía muchísimo en sus primeros minutos gracias a una original idea y la magistral interpretación de un Rutger Hauer realmente inspirado en el papel del perturbador homicida John Ryder, personaje que lamentablemente queda simplemente en un proyecto de icono tras avanzar la película de manera tan inadecuada. Podríamos decir pues, que este film tiene “un algo” y no nos equivocaríamos, pero desde luego su propuesta es tan atractiva como inacabada con brillantez.

Jim Hasley (C. Thomas Howell) conduce un Cadillac durante un largo viaje en el que decide recoger con amabilidad a un autoestopista. Buscando algo de compañía y conversación, sin embargo éste muy pronto comprenderá la siniestra naturaleza de su nuevo compañero de travesía, un correoso psicópata de la carretera que, tras ser expulsado violentamente del vehículo, regará de sangre el asfalto cometiendo atrocidades e inculpando después con falsas pistas a Jim durante una agobiante lucha obsesiva entre ambos.

Muchos elementos se daban cita para encumbrar la película, sobre todo, repito, el contar con un estupendo Rutger Hauer realizando una aterradora interpretación de un frío, inteligente e imprevisible asesino que resulta la verdadera personificación del mal. Otro de los puntos fuertes de la cinta es el hacer funcionar el terror psicológico con la acertada introducción de un autoestopista diabólico, consiguiendo su objetivo al recordarnos para siempre la imagen de John Ryder en nuestras mentes cada vez que conduciendo vemos a una persona haciendo autostop: ¿quién se atreve a recoger a alguien en la carretera tras ver la película? Aparte de este gran mérito conseguido, equiparable a la fobia a la ducha que todos hemos sentido alguna vez rememorando Psicosis (Alfred Hitchcock 1960), realmente poco más podemos extraer de positivo de una película que pierde fuelle por momentos tras sus brillantes primeros minutos, acabando por vulgarizarse por culpa de un guión bastante flojo en los detalles.

Perdida entre persecuciones inverosímiles, situaciones imposibles, decisiones increíbles de los protagonistas, y rematada con las típicas escenas en las que “el malo de la película” se levanta previsiblemente una y otra vez cuando parece que hemos acabado con él, Carretera al Infierno no termina de cuajar cuando no resultaba tan difícil haber construido un guión más coherente sobre las sólidas bases en las que se asienta la obra. No obstante, y sin olvidar su candidatura a convertirse en título de culto para muchos espectadores, admiro sus intenciones y reconozco las virtudes que le adornan, concediendo un aprobado que, como para los profesores frustrados de un estudiante muy inteligente pero vago, sabe a bastante poco, pues podría haber terminado en sobresaliente con una mayor aplicación.