
Valoración de VaDeCine.es: 5
Título original: Immaturi Nacionalidad: Italia Año: 2011 Duración: 108 min. Dirección: Paolo Genovese Guión: Paolo Genovese Fotografía: Fabrizio Lucci Música: Andrea Guerra Intérpretes: Raoul Bova (Giorgo), Barbora Bobulova (Luisa), Ricky Memphis (Lorenzo), Ambra Angiolini (Francesca), Luca Bizzarri (Piero), Paolo Kessisoglu (Virgilio), Anita Caprioli (Eleonora), Giulia Michelini (Cinzia), Alessandro Tiberi (Ivano), Simona Caparrini (Katia), Luisa Ranieri (Marta), Giovanna Ralli (Liole), Maurizio Mattioli (Luigi) Trailer
La aceptación o no del fin de la juventud es uno de los conceptos más explotados por el cine romántico de la última década. El rotundo éxito de Virgen a los 40 inició un proceso espeleológico sobre la inmadurez que la tropa Apatow se ha encargado de continuar en títulos más o menos acertados. Dicho proceso, no obstante, tiene un precedente televisivo no siempre reivindicado en dos series monumentales, de tono bien diferente pero alma, en cierto modo, similar: Seinfeld y Friends. Ambas comparten el mismo aroma despreocupado de clase media-alta y la exaltación de la amistad por encima de otros temas, casi siempre caricaturizados, como el amor o la paternidad. Sin duda, la serie creada por Larry David era mucho más radical en su propuesta y, para muchos, está en otro nivel de calidad. Probablemente por eso, cuando uno ve Inmaduros, un taquillazo del cine italiano en 2011 que llega a nuestra cartelera cuando en el país transalpino ya se estrena su secuela, no puede evitar pensar en Ross, Chandler, Joey, Phoebe, Rachel y Monica; los protagonistas de la serie que llevó esa inmadurez de la treintena a la categoría de mito televisivo, mucho más que en Sienfeld, George, Kramer y Elaine.
Se agradece que Paolo Genovese -director y guionista- juegue limpio y ninguno de los personajes de este largometraje se
inspire directamente en las personalidades de ellos. Para dejar clara la
distancia, serán principalmente cinco los vértices de esta representación coral. Lorenzo vive todavía con sus padres y la comodidad ha provocado que ni
se plantee su salida del nido. A Luisa su vida laboral le impide pasar
suficiente tiempo con su hija, encontrar pareja ni siquiera
es una posibilidad. Piero finge estar casado para que la relación con
su chica, convertida en amante, carezca del mínimo compromiso. Francesca debe compaginar su
vida sentimental con el hecho de padecer adicción al sexo, y para ello
hace terapia. Por último, Giorgo ve como su perfecto matrimonio se ve
trastocado por el embarazo inesperado de su mujer.

Inmaduros añade poca novedad a
una receta manida que, como las sopas que vende uno de los personajes, ha dejado de causar sensación por sí sola. Sin esa vigencia, ahora que Modern Family
marca la pauta con un tipo de comedia mucho más sofisticada en las
formas, la apuesta de Genovese por
la melancolía del tiempo pasado -los personajes se reencuentran porque
tienen que volver a aprobar el título de bachiller debido a un error
burocrático- se percibe algo arcaica y monótona, sin menoscabo del agradable discurrir del argumento, que contiene algún gag brillante.
Apoyada en el colchón que ofrece un metraje algo extenso, la cinta ofrece presentación, nudo y desenlace para las historias de todos los personajes, siempre previsibles y monolíticamente bienintencionadas. El drama apenas hace acto de presencia y cuando ocurre es ciertamente ruborizante (la relación con la chica de instituto realmente no viene a cuento). En definitiva, estamos ante un título menor, bajo en calorías y, por tanto, fácil de digerir. Nada del otro mundo pero, cuando menos, no saldrán con la sensación de haber sido timados.
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