Película American Pie: El Reencuentro

Que nadie confiaba demasiado en el reflote de la saga lo confirma la elección de John Hurwitz y Hayden Schlossberg como cabezas visibles del proyecto American Pie: El Reencuentro. En su segundo trabajo como directores y guionistas tras Dos Colgaos Muy Fumaos: Fuga de Guantámano, han parido una obra tan desangelada como su escasa promoción -aquí y en Estados Unidos- hacía presagiar. Esta enésima vuelta de tuerca de la saga -además de las estrenadas en la gran pantalla, existen varios subproductos televisivos- proyecta su sombra sobre la obra primigenia (la única que supera el listón de frescura) para filtrar un mensaje demasiado trivial sobre el paso del tiempo.

El tinglado se sustenta en la vuelta al foco de los personajes de aquella cinta entrados ya en la treintena. Una reunión de ex alumnos del instituto será la excusa. El listado de problemas que atenazan al amplio, quizá demasiado, elenco protagonista es absolutamente típico: la responsabilidad de hacerse mayor, sentirse secuestrado por la vida, por los hijos, la pareja, el trabajo… y su explotación en el marco de la comedia no lo es menos. Su pretensión coral resta más que sumar; aflora el despiste pues ninguna subtrama se desarrolla convenientemente y la película acaba facturada como una colección de gags faltos de continuidad. Compartimentados, sin posibilidad de una interacción real que otorgue un poco de fluidez al metraje, cada pareja de personajes queda puesta en situación, anudada y resuelta en sus tres escenas correspondientes. Solo Jason Biggs asoma la cabeza como principal protagonista con poco éxito en su propina de minutos. Especialmente estúpida es la evolución del otrora icónico Finch, relegado aquí a un perdedor que esconde sus miserias(?) bajo una gran mentira de triunfo y singularidad.

En definitiva, estamos ante un film que, en su afán por sobrevivir, recolecta los peores tics de la última comedia romántica americana para mezclarlos con las guarradas por todos conocidas de la franquicia. El resultado es un trabajo olvidable, a medio camino de nada. Probablemente, ni siquiera contente a sus fans más acérrimos.