Película La mujer de negro

Antes que nada, despejemos ya la incógnita que habrá llevado a leer la crítica al 90% de los lectores de la misma. Daniel Radcliffe hace un buen papel en la película. En ningún momento flaquea e incluso queda por encima de otros protagonistas de cintas de tono similar. Bien es verdad que el esfuerzo al que se le somete es totalmente monocromático, pero como ejercicio para cambiar de aires tras una década repartiendo magia le habrá venido muy bien. ¿Contentos? A continuación, si les interesa la película de marras, les invito a continuar leyendo. Si no, espero haberles sido de ayuda saciando su hambre de chascarrillos. De nada.

La mujer de negro es una novela de Susan Hill (1983) con gran éxito en Gran Bretaña. De hecho, su estilo gótico y espectral ha sido llevado tanto al teatro como a la televisión en repetidas ocasiones. Es importante conocer este dato ya que de no tener ni idea del origen de la historia se podría pensar que la película es un batiburrillo de referencias y trucos del género de terror, subgénero casa con espectros malrrolleros. Pero claro, a estas alturas de la función, cuando parece que está todo inventado y más en este género, la propuesta de revisitar el texto original supone un desmarque sobre lo imperante por estos lares, cámaras subjetivas e inquietantes intentos de tirar la cuarta pared e introducir al espectador en medio de la acción.

Por tanto aquí el camino tomado es diferente, la ambientación y el tono de la historia, lúgubre y pálido, se apoderan de la fotografía y la forma de rodar. Una apuesta interesante y que pide un poco de colaboración al espectador. El motor de la historia trabaja de forma diesel sin problema si lo que buscas es pasar el rato, pero poco más. Ni rastro de la exquisita forma de ir aumentando el suspense poco a poco hasta el clímax que Amenábar utilizó en ese otro cuento llamado Los otros. Aquí el contexto más o menos interesante se ve claramente intoxicado por absolutamente todos los tópicos y trucos utilizados para dar miedo y sustos en casi todas las películas parecidas. Piense el astuto lector en 5 formas de dar canguelo en las pelis. De las de efectismo de mercadillo. Están las 5 y varias veces. A saber, pueblo con secreto oscuro al que llega un joven, que será mal recibido, claro. Casa encantada con un espectro al que se le hizo una perrería en el pasado y que ahora se venga. Y a partir de aquí, subidones de la BSO con caras maquilladas por todos lados para mayor risa nerviosa del personal. Así que cuando la cosa se pone repetitiva el interés baja, por mucho que, ya digo, la historia tenga su cierta gracia y el final deje con buen sabor de boca. Ya no vale con ser fiel al texto primigenio, hay que saber que a estas alturas por muy original que fuera la fuente en su día, ahora puede no serlo. Si sólo queremos ponernos finos de palomitas, más que suficiente. Si queremos algo más, siga probando suerte.