Valoración de VaDeCine.es: 8
Título original: The artist
Nacionalidad: Francia
Año: 2011 Duración: 100 min.
Dirección: Michel Hazanavicius
Guión: Michel Hazanavicius
Fotografía: Guillaume Schiffman
Música: Ludovic Bource
Intérpretes: Jean Dujardin (George Valentin), Bérénice Bejo (Peppy Miller), John Goodman (Al Zimmer), James Cromwell (Clifton), Penelope Ann Miller (Doris), Malcolm McDowell
Trailer
El gran mérito de una película como The artist va más allá de sus seguros logros técnicos y también artísticos, y enraiza directamente con el alto grado de empatía que puede llegar a generar en un público, el del siglo XXI, acostumbrado a la velocidad como principio de forma y a la rutina mercantil como margen de fondo. Es por eso que su mirada al pasado, como indisimulado homenaje a una época y a una forma de hacer cine, resulta sincera y fácilmente contagiosa para el nuevo gran público, pero también satisfactoria para ese reducto cinéfilo que desea volver a respirar a través de la pureza del buen cine.

El francés Michel Hazanavicius cuenta aquí la, por otro lado, bien conocida historia del trauma personal que supuso el fin del cine mudo y comienzo del sonoro para muchos actores, personalizándolo en uno de ellos, George Valentin (perfecto remedo del carismático John Gilbert), que ve cómo su carrera se tira por la borda mientras la de otros se encumbran con motivo de la coyuntura. Para ello, recurre a la valiente pero lógica apuesta de realizar un film mudo, dejando la expresividad en manos únicamente de sus excelentes actores, del siempre exquisito y alentador acompañamiento musical y, por supuesto, de una (re)creación fotográfica y ambiental que cumple con creces su cometido de reflejar, primero, la algarabía del júbilo, y después, la pesadumbre del fracaso.
Tampoco se resiente del envite el avance de una narración que no abusa del uso de intertítulos a modo explicativo, puesto que la composición de la escena por parte del director es lo suficientemente elocuente cara a un espectador que sólo se limita a disfrutar con el resultado de la misma. Porque el tono de la cinta es pretendidamente cómico y de hecho ésa es la evocación y reivindicación principal que aquí se observa, el de la diversión de un respetable entregado a la magia que un colectivo podía proporcionarle, sin perder de vista por ello cierto grado de oscuridad y tufo a inminente decadencia que se vislumbraba; una doble vertiente cuyos ecos referenciales proceden de sendas obras capitales como son Cantando bajo la lluvia y El crepúsculo de los dioses.

Así, The artist se adivina como una gran película, que sin embargo no puede ser perfecta. Y es precisamente su indisimulada búsqueda por esa perfección estética, por esa recreación impecable de una época clave en la historia del cine, por la sensación de querer contar uno de los grandes episodios del séptimo arte como si las formas del presente permitiesen otorgar la verdad definitiva sobre la representación del pasado, y en definitiva, por lindar esa débil y manipulable línea que sirve para la posible complacencia del espectador en una coyuntura que juega directamente con sus recuerdos y sensaciones, por lo que no alcanza la excelencia. En efecto, altamente oscarizable.
En general estoy bastante de acuerdo con tu crítica. A mí me gustó bastante. Muy oscarizable desde luego. Sus protagonistas son todo carisma. El lenguaje cinematográfico excelente. Un poco predecibililla, pero bien.