
Valoración de VaDeCine.es: 7.5
Título original: Super 8 Nacionalidad: Estados Unidos Año: 2011 Duración: 112 min. Dirección: J.J. Abrams Guión: J.J. Abrams Fotografía: Larry Fong Música: Michael Giacchino Intérpretes: Joel Courtney (Joe Lamb), Kyle Chandler (Jack), Riley Griffiths (Charles), Elle Fanning (Alice), Ron Eldard (Louis)
Página web Trailer Hubo un cine, hacia finales de los años 70 y primeros 80, que nos transportaba a mundos de fantasía repletos de aventura, donde la ilusión y el descubrimiento ante algo misterioso y casi mágico afectaba no sólo a los niños y jóvenes de aquella época, sino que incluso atrapaba a los más mayores, haciéndoles creer durante un par de horas en un mundo mejor. Suena utópico, pero el caso es que así fue, y ciertamente se trata de un cine indeleble e irrepetible, ya sea por una cuestión de evolución histórica o de la componente meramente estética. Sin embargo, Steven Spielberg, probablemente el mayor culpable de generar todas aquellas sensaciones, aparece ahora de la mano del gran creador televisivo J.J. Abrams para traernos Super 8, un honesto y entrañable acercamiento a esa forma de mirar transparente, luminosa e ilusionada.

La cinta funciona a tres grandes niveles, si bien estrechamente relacionados entre sí. Lo primero que salta a la vista, ya desde el estupendo póster, es su vuelta atrás hacia la época mencionada, sensación que recorre el ancho y largo del film por su sencillo revestimiento de aventuras en las que se verán inmersos un grupo de chavales en progresivo descubrimiento de un enigma del que serán partícipes y que les maravillará para el resto de sus vidas. Ese rasgo inspira nostalgia en el espectador, que se ve incrementada en el momento que empieza a ver aflorar las claras referencias: E.T., Encuentros en la tercera fase o Los goonies desfilan sin mayor disimulo por las entrañas de Super 8, pero no como un acto de condescendencia del director Abrams hacia el productor Spielberg, sino como un mecanismo de incorporación, de suma cinéfila en pos de la conformación de un producto diferente pero sobre todo distinguible, perteneciente a un momento concreto pero evocador de otro muy distinto, en un noble ejercicio de intemporalidad.
Y es que si algo contiene Super 8 es mucho cine. De ahí su mismo título, ya saben, el antiguo formato en el que todo lo que se grababa se revelaba, y en este caso la importancia del material que captan por casualidad los chicos protagonistas resulta de capital importancia; desencadenante, de hecho, de toda la trama posterior. He aquí el segundo gran nivel que abarca el film, y es la pasión por el medio, fielmente representada en las manos y las prístinas miradas de esos jóvenes con ganas de crear, seguro trasuntos de los verdaderos artistas que ahora los dirigen tras las cámaras reales y que algún día chapoteaban como tal. Pero como la técnica sin sentimiento no es sino vacuidad, la película se ve recorrida por un sincero componente sentimental, su tercer gran valor. Entre cada nuevo avance aventuresco, existe un motivo de lucha de cada personaje que se ve reflejado, sobre todo, en Joel, el pequeño protagonista, y en su padre. El esclarecedor prólogo, a modo de comienzo apesadumbrado, y el presumido final, como colofón a la superación personal (y familiar), suponen el redondeo a un guión que sabe contrapesar la adhesión genérica (más allá de la aventura es evidente la presencia de la ciencia-ficción e incluso el bordeamiento del terror) con salpicones de ternura honestos y de vital importancia para su desarrollo.

J.J. Abrams ha intentado realizar un largometraje que sirva a la vez como homenaje y reescritura de aquellos films de la productora Amblin, pero para ello se ha servido de todos los medios a su disposición hoy día, lo cual denota una evidente diferencia estética que va más allá de la cuestión temporal, y que atañe a su propia experiencia como realizador forjado en la televisión. Ello confiere a Super 8 un dinamismo palpable en los movimientos de cámara que efectúa alrededor de los personajes, así como marca su impronta en destellos y puntos brillantes que son visibles en el encuadre de manera más o menos constante a lo largo del film, quizás para aumentar ese halo de magia que no deja de pasear por la cinta en ningún momento.
No cabe ninguna duda de que Super 8 ya se ha convertido en el gran fenómeno de este verano, y en este caso con razón, ya que son muchas sus virtudes como producción. Sin embargo, queda una gran duda a su alrededor, y es si llegará a enraizar, siquiera a emocionar en su feliz existencia, como precisamente lo hicieron aquellas películas a las que pretende evocar; ojalá sirva, al menos, para enganchar a los más pequeños en la senda de un cine plenamente disfrutable y autoconsciente, además de rico y perfectamente honesto, lo cual es decir demasiado cuando hoy uno mira a su alrededor.

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La vi el sábado y me encantó.
Lo que más me gustó sin duda, fue el tema de la grabación del corto y como se van mostrando cada uno de los personajes a través de éstas grabaciones, genial!!!! (los créditos de la peli cojonudos...THE CASE).
La primera hora de peli es cojonuda, aunque para mi pasado el ecuador, Abrams tira un poco de artificios para poder continuar. Además de que el bicho no llega a conectar como si hacia en las pelis que homenajea.
De todas formas, muy buena peli y un gran caramelo para el verano.
Un saludo.