Película La Víctima Perfecta

La legendaria Hammer volvió a retomar su actividad en el 2010 con Déjame entrar (Let Me In) (2010, Matt Reeves) -remake del largometraje sueco de Tomas Alfredson- y ahora nos presenta en España, con cierto retraso, su segunda producción de esta nueva etapa. Está dirigida por el poco conocido director finlandés Antti Jokinen y podemos asimilarla como un film pequeño sin demasiadas pretensiones, cuyo máximo reclamo es la participación como protagonista de la dos veces oscarizada y siempre correcta Hilary Swank, además de la colaboración prácticamente testimonial de Cristopher Lee, un inolvidable mito de la productora en su época dorada.

En este inesperado regreso, la Hammer parece volver a optar por el terror como género fetiche, aunque con una innegable evolución, mucho más acorde a los tiempos que corren. En La Víctima Perfecta, evoca temores tan recurrentes como el miedo a ser observado mientras duermes o la inquietud que supone la posibilidad de tener un “invitado” bajo la cama.

El argumento resulta sencillo y demasiado visto; así, durante el visionado del film tienes esa sensación tan común en el panorama cinematográfico actual de “esto me suena de algo”, no en vano juega con mimbres ya utilizados en otras películas, tal es el caso de una producción relativamente reciente como Paranormal Activity (2007, Oren Peli) (aunque en esta última el acosador sea de origen sobrenatural), además de recordarnos en demasía y en esencia a ese clásico del cine que es Psicosis (1960, Alfred Hitchcock). Pero la falta de originalidad de la cinta no es, ni mucho menos, su mayor defecto, pues resulta bastante más sangrante la incompetencia del cineasta, incapaz de mantener la tensión y el suspense que pretende, ni de crear una atmósfera angustiosa acorde con la naturaleza de la historia. Por si fuera poco abusa de los sustos fáciles y del efectismo habitual de este tipo de films, que incluso llega a martirizarnos con tópicos exasperantes, especialmente en un desenlace que además de incluir al típico villano difícil de matar, se hace largo, previsible y carente de la más mínima emoción.

En definitiva, aunque llega a resultar entretenida (apoyada por un recortado metraje) y creíble en algunos momentos, La Víctima Perfecta es una cinta sin alma y totalmente olvidable, cuyo visionado solo podría ser bien recibido en un domingo por la tarde de resaca, mientras echamos alguna cabezadita que otra.