Valoración de VaDeCine.es: 7
Título original: The Tree
Nacionalidad: Francia, Australia
Año: 2010 Duración: 100 min.
Dirección: Julie Bertuccelli
Guión: Elizabeth J. Mars, Julie Bertuccelli (novela: Judy Pascoe)
Fotografía: Nigel Bluck
Música: Gregoire Hetzel
Intérpretes: Charlotte Gainsbourg (Dawn), Morgana Davies (Simone), Marton Csokas (George), Christian Byers (Tim), Tom Russell (Lou), Gabriel Gotting (Charlie), Aden Young (Peter)
Trailer
UNA VISIÓN ANIMISTA SOBRE LA SUPERACIÓN DEL DOLOR
La pérdida de un ser querido es dolorosa, traumática. Acecha a la vuelta de la esquina y su súbita imprevisibilidad doblega nuestra resistencia a sabernos efímeros. No obstante es la ausencia tras ésta lo verdaderamente insoportable. Y el vacío en nuestras vidas cotidianas, los planes de futuro hechos trizas y la irreversibilidad de la situación quienes desgarran el ánimo. Judy Pascoe, escritora de la obra en que se basa el film que nos ocupa, parece conocer las sensaciones descritas, la nausea tras la desaparición. Así, con su novela afronta el hecho alejándolo de cualquier perspectiva religiosa para centrarse en los sentimientos, la pena de una familia y más concretamente en la de una pequeña niña de ocho años para quien el alma de su padre quedó prendada en la imponente higuera que preside su jardín. Una visión animista sobre la superación del dolor anticipada en el título de la obra literaria, Our Father Who Art in The Tree, remedo de la primera estrofa del rezo Lord’s Prayer; de donde se sustituye cielo por árbol y el significado de la palabra padre, que rotará de lo celestial a lo terrenal. Un cambio de perspectiva que impregna el relato de ecológico animismo, luminosidad y simbolismo, vetando el espacio a la culpa o la condenación.

Plasmar todo esto en celuloide será el reto para Julie Bertuccelli, directora cuasi novel (segundo film tras Desde que Otar se marchó) pero fogueada como asistente de dirección en cintas tan notables como Tres Colores: Azul, primera de la trilogía de Kieslowski y obra sin duda influyente en esta El Árbol, por cuanto de temática y tempo ha sido heredado. Una temática u obsesión -la de la marcha y las reacciones surgidas tras ésta- que comienza a ser una constante en el cine de la directora francesa, tal vez traída por el oleaje de su propia biografía.
Protagonizada por la siempre solvente Charlotte Gainsbourg, El Árbol, con su preciosista fotografía de una bella Australia rural, se abre paso lenta -pues su crecimiento, conviene aclararlo, es pausado- pero reciamente, impregnando un amplio abanico de emociones, personificadas en cada uno de los miembros de la descabezada familia: viuda y cuatro hijos. Así, como las fuertes raíces de la simbólica higuera que focaliza el retrato, la película busca sin descanso el agua de la sincera empatía para, en su estruendoso final, hacernos saber que la vida debe continuar; aunque para arrancar de cuajo nuestro dolor necesitemos de todo un ciclón de voluntad y ganas de seguir adelante.

Muy bonita cinta, profunda y evocadora. Un pelín lenta en ciertos momentos.