Valoración de VaDeCine.es: 8
Título original: Insidious
Nacionalidad: EE.UU
Año: 2010 Duración: 103 min.
Dirección: James Wan
Guión: Leigh Whannell
Fotografía: David M. Brewer, John R. Leonetti
Música: Joseph Bishara
Intérpretes: Patrick Wilson (Josh), Rose Byrne (Renai), Barbara Hershey (Lorraine), Lin Shaye (Elise), Angus Sampson (Tucker), Ty Simpkins (Dalton), Andrew Astor (Foster)
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El cine de terror está en evolución constantemente, en paralelo a los otros géneros cinematográficos, y sin embargo de él nos queda probablemente el mayor poso, por cuán grande es su capacidad para penetrar infaliblemente y pervivir de manera irremediable en la memoria del espectador, en su misma psique. Cada año, no dejan de aparecer nuevas cintas que, de un modo u otro, intentan aportar algo nuevo, si bien en la mayoría de las ocasiones la propuesta en cuestión nos cansinee o, lo que es peor, suene a ya vista. Otro posible enfoque es el de la revisión, que a su vez podrá tener dos vertientes, principalmente: una, la que se conforma con la mera acción de fotocopiar lo anterior, con la única novedad estilística de hacérselo más fácil y digerible al público de hoy (la mayoría de los remakes); la otra, la que prefiere (re)tomar esos parámetros e incidir en alguna de las formas más clásicas, ya filmadas, para construir, a través de esa experiencia previa, un nuevo discurso, diferente, que se adapte al lenguaje posmoderno; efectuar una reformulación, en definitiva.

Insidious, la última película de James Wan, funciona de esta segunda manera. No es difícil adivinar los múltiples guiños cinéfilos que recorren la obra, sin que ello suponga un gesto cómplice en sí mismo sino, más bien, una ayuda a la hora de configurar una atmósfera concreta, que en conjunción con la visión particular que ostenta el director sobre el género, conforma algo nuevo y, sin duda, escalofriante. A pesar de merodear alrededor de la temática de las casas encantadas, Wan va un poco más allá (literal y metafóricamente) para hablarnos sobre espíritus, posesiones y viajes en el “tiempo”, todo ello en el marco de un discurso familiar que trata acerca de la elasticidad afectiva en los lazos de unión entre los diferentes miembros, toda vez se enfrenten a una coyuntura hostil e inesperada. Por ello, se observa una referencialidad clara hacia films dispares pero igualmente influyentes dentro del género, que van desde la hostilidad de Poltergeist o El ente, pasando por lo demoniaco de El exorcista o lo tenebroso de El carnaval de las almas, y tocando también ambientes próximos al surrealismo del mejor Argento o a la inquietud paralizante del maestro Bava.
A diferencia de la explicitud más o menos patente en su primer Saw (película notable y suficiente en sí misma, que como era de esperar degeneró en franquicia al ser explotada su idea), Wan quiere asustarnos en Insidious sin necesidad de recurrir a la truculencia, demostrando así que no es necesaria la hemoglobina para llegar a impactar al respetable; y vaya si lo logra. Alguna de las imágenes que recorren la cinta consiguen poner los pelos de punta, incluso al espectador más avezado, y aunque en gran parte de las secuencias la base de ese efecto sea el manido recurso del montaje sorpresivo, tanto los amenazantes movimientos de cámara previos como los crispantes salientes musicales durante -parientes cercanos de las cuerdas desencajadas del Ligeti más crispante-, así como el aporte de una fotografía cambiante que sabe virar del realismo al tono apagado, dan forma a una atmósfera tétrica y fantasmal cercana al terror puro, alcanzando el conjunto el noble y nada fácil objetivo del miedo.

Insidious no es, ni mucho menos, una película revolucionaria, y está recorrida por unos personajes de difícil empatía, cuyas decisiones y actos nos resultan difíciles de comprender por momentos. Pero sí es lo suficientemente inteligente a la hora de manejar sus referentes como para saber jugar adecuadamente sus bazas, en un género, el del terror, que está claramente necesitado de productos de la solvencia y la eficacia que éste alberga.
Final algo decepcionante (el "bicho" afilandose las uñas y demás), pero el resto mucho mas de lo que esperaba.