Película La Máscara del Demonio

El nombre de Mario Bava sería recordado en la historia del cine principalmente por ser el creador del giallo; corriente cinematográfica antesala del subgénero de psicokillers o del slasher hollywoodiense. Aunque no sería justo pasar por alto el resto de su interesante carrera, pues tocaría diferentes palos. De esta forma pasarían por sus hábiles manos géneros tan dispares como el western, el peplum, la ciencia ficción o el terror, siendo este último su predilecto. Así, nos deleitaría con algunos títulos de horror más que notables como es el caso del film de terror gótico La máscara del demonio que, si bien Bava fue el encargado de terminar tras las cámaras otros proyectos anteriores (La batalla de Maratón (1959, Jacques Tourneur, Mario Bava) o Caltiki, el monstruo inmortal (1959, Riccardo Freda, Mario Bava)), es considerada la ópera prima del realizador y probablemente una de sus mejores películas.

El director bebe de las más diversas fuentes para construir esta curiosa obra, precisamente basada en el cuento de terror “El Viyi” del escritor ucraniano Nikolái Gógol. Por otra parte ésta mantiene un clásico estilo gótico que fluye como si de un relato de Edgar A. Poe se tratara y, además de vislumbrar reminiscencias de “Drácula” de Bram Stoker, también se intuyen otras inspiraciones de tipo cinematográfico como la de(1958, Terence Fisher). De esta forma, la cinta compone una amalgama de los más variados ingredientes de terror donde fantasmas, vampiros, brujas, maldiciones, resurrecciones y demás espantos confluyen con mayor o menor fortuna en un guión irregular y precipitado, amén de contener algún que otro error de bulto. A esto hay que añadir otra rémora de peso como es la inexperta dirección por parte del cineasta italiano (evidencia palpable en algún fallo de raccord); sin embargo, el realizador sabe echar mano de interesantes recursos técnicos, tan efectistas como efectivos, suficientes para mantener vivo el largometraje.

A lo largo de su carrera, las películas de Mario Bava han destacado más por la forma que por el fondo, y La máscara del demonio no es ninguna excepción. De tal manera, el autor de Danger: Diabolik (1968) prescinde de una historia bien elaborada y prefiere introducirnos en el horror a través de una cuidada atmósfera de terror y una ambientación tenebrosa y sombría, elementos estos que funcionan como complemento perfecto de una excelente puesta en escena, erigida como el punto fuerte de la obra. Además, no podemos pasar por alto su particular y extravagante uso de la cámara y, en especial, una faceta imprescindible en el cine de Bava: la magnífica fotografía; rescoldo de los inicios del realizador en el mundo del celuloide, cuando se le reconocía como reputado director de fotografía a las órdenes de cineastas como Jacques Tourneaur o Riccardo Freda.