
Valoración de VaDeCine.es: 8.5
Título original: Black Swan Nacionalidad: U.S.A. Año: 2010 Duración: 103 min Dirección: Darren Aronofsky Guión: John McLaughlin, Mark Heyman Fotografía: Matthew Libatique Música: Clint Mansell Intérpretes: Natalie Portman (Nina Sayers); Mila Kunis (Lily); Vincent Cassell (Thomas Leroy); Barbara Hershey (Erica Sayers); Winona Ryder (Beth Macintyre) Página web Trailer
No es la primera vez, ni será la última, que un actor es nominado al Oscar por una película firmada por Darren Aronofsky. Ellen Burstyn, Mickey Rourke, Marisa Tomei, y ahora Natalie Portman, encarnan personajes fascinantes de cuya evolución depende en gran medida la brillantez de la obra. Semejante grado de responsabilidad ha obtenido siempre una respuesta acorde. Implicados al máximo, cada uno de estos actores han alcanzado picos en sus carreras a rebufo del director neoyorquino. El caso de Portman en Cisne Negro es especialmente significativo. Este rol la define. Lo que fue, es y será en el futuro esta excepcional actriz parece correr paralelo al personaje que representa, una bailarina ante la gran oportunidad de su vida. Su interpretación es colosal. No cabe otro adjetivo ante semejante derroche de talento puro. La película es suya.
A su alrededor, es cierto, también hay inspiración, en la sexualidad exacerbada de Mila Kunis, en el sobrio snobismo de Vincent Cassel, o en la malsana personalidad de la que hace gala Barbara Hershey, principal ejecutora de la castración emocional que explica el contexto afectivo de la protagonista y permite el vuelo melodramático de Portman. Siempre afinada, la actriz engarza la extensa paleta de desórdenes de conducta que el personaje reclama en su interacción con los tres personajes mencionados.

Cisne Negro es un paso más en la indagación psicológica del ser humano en condiciones extremas sobre la que Darren
Aronofsky ha construido toda su carrera cinematográfica. El eco de Repulsión, de Polanski, es tan apreciable como el de El Club de la Lucha, de Fincher; y sin embargo el film no se mimetiza con ninguno de ellos. Aronofsky traza una bisectriz y explora su propio camino tras las huellas de Tchaikovsky. La obra dentro de la obra –ligeramente modificada para individualizar el juego de contrarios- adquiere carácter substancial y determina tanto el argumento como la puesta en escena.
Asfixiado por una atmósfera inquietante y turbadora, el espectador asiste al conflicto interior de la bailarina, una cruenta guerra consigo misma que dejará un panorama desolador. Con la ansiedad a flor de piel, somatizada su inseguridad y devorada por sus traumas, la realidad estalla en pedazos ante los propios ojos de Nina. Aronofsky abraza entonces el género de terror en un tramo demasiado extravagante, excesivo en mi opinión. Afortunadamente, el director retoma las riendas de la cinta para abordar la filmación de El Lago de Los Cisnes, la culminación climática del proceso catártico de Nina. Con la cámara en el escenario, como un elemento más de la representación, un Aronofsky operístico ofrece un final a la altura de su extraordinaria diva.

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Kobe Bryant ha visto la película hace poco, aquí tenéis el enlace al respecto:
http://www.marca.com/ 2011/02/02/baloncesto/nb a/1296637362.html