Escrito por Agente Cooper
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Domingo, 13 de Febrero de 2011 |
2193
Valoración espectadores: 7.00
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Valoración de VaDeCine.es: 6
Título original: Ladykillers Nacionalidad: USA Año: 2004 Duración: 104 min. Dirección: Joel y Ethan Coen Guion: Ethan Coen, Joel Coen, Max D. Adams Fotografía: Roger Deakins Música: Carter Burwell Intérpretes: Tom Hanks (Profesor G. H. Dorr); Irma P. Hall (Marva Munson); Marlon Wayans (Gawain); Ryan Hurst (Lump); J.K. Simmonds (Garth); Tzi Ma (El General)
El primer error que uno puede cometer al aproximarse a Ladykillers es disfrutarla en su versión doblada. El contraste entre la impostora verborrea de Tom Hanks y el profundo acento sureño de Irma P. Hall es ignorado por los actores de doblaje españoles, que se limitan a enfatizar la entonación de Hanks con poca fortuna y devalúan la notable composición de P. Hall sin el menor miramiento.
También se arriesgan a llevarse un chasco los amantes demasiado celosos de El Quinteto de la Muerte, la obra británica dirigida por Alexander Mackendrick en 1955 y protagonizada por Sir Alec Guinness que los Coen revisan. No encontrarán signos de pleitesía en Ladykillers. Los directores americanos –por primera vez en esta cinta firmando a dúo la dirección- siempre han hecho suya cada obra que han revisado y ésta no es una excepción. Es irónico además que los mejores momentos sean precisamente los realmente originales, todos ellos derivados de la elección de Luisiana y su particularidad cultural como ecosistema del film.
Ladykillers, vista así, sin rémoras, se convierte en una aceptable
comedia negra (en todos los sentidos) sobre un atraco perfecto. El plan:
robar el Bandit Queen, un barco casino del Mississippi que guarda los
dividendos en tierra, en un bunker de imposible acceso. El equipo: un
exótico profesor (Tom Hanks) como mente maestra, y un cuarteto de
variopintos secuaces compuesto por un general oriental experto en
tunelación, un manitas conocedor del arte de la demolición, un mameluco
para el trabajo físico y un negrata charlatán infiltrado en el negocio a
desvalijar. Frente a ellos, una cándida viuda, sus rocosas creencias
religiosas y el azar, que hará complicado hasta lo más sencillo.

La agilidad de los dos primeros tercios del metraje centrados en la presentación de los personajes y la planificación y puesta en marcha del golpe, una divertida perversión de títulos como Ocean’s Eleven llena de irreverencia, torna en paseo por la grava cuando el guion se pasa de frenada al tomar la curva argumental que convierte a los atracadores de guante blanco en potenciales asesinos. Es entonces cuando queda más patente que Ladykillers es una de las piezas menos conseguidas de los hermanos Coen. El excesivo esperpento aplana a los secundarios y los Coen capitulan. Conscientes de su falta de escapatoria, se muestran por primera vez groseros en su repetitivo recurso de la casualidad para limpiar el escenario, dejar su mensaje y concluir con premura la cinta. Pies en polvorosa antes de que el olor a muerto se haga insoportable.
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