Película Franklyn

Demasiado confusa en líneas generales, incluso decidida a que no hagamos pie durante su desarrollo, Franklyn se presenta extremadamente sugerente para acabar en tierra de nadie. Y no es que su director y guionista, Gerald McMorrow, no tenga buenas ideas en su libreta. Es más, incluso opino que éstas son bastante seductoras en sus principios fundamentales. No obstante, el gran problema de este realizador británico es que no ha sabido cómo entrelazar conceptos y menos aún exponerlos. Quizás sea cierto eso de que la veteranía es un grado, o bien puede que simplemente este debutante se haya hecho un descomunal batiburrillo del que no era fácil escapar. El caso es que con este críptico y entrecruzado embrollo narrativo no nos convence y, lo que es casi peor, nos conduce al tedio por desconexión al ser incapaz de mantener el interés en esta historia de cuatro trazos destinados a colisionar.

Voz de mascarón: a que no me conoces?!!

Pero volviendo a la premisa y punto fuerte de la cinta, hemos de reconocer que el arranque promete bastante en fondo y forma. De hecho, es su lustroso diseño de producción el gran responsable de su atractivo y, a la vez, un injusto culpable de que el asunto llegue a confundir a un espectador desencantado a la espera de una ciencia ficción que no es tal. Así, realmente todos desorientados ante un producto tan difícil de vender como de concretar, acabamos con el gesto torcido ante este esquizo-argumento cuya balbuceante metafísica no satisface a los más exigentes, pero tampoco estimula a un gran público demandante de algo sólido a lo que agarrarse.

Discutiblemente tejida entre un rollate místico sobre el destino, la función en global, y su decepcionante desenlace en concreto, acaba por despertarnos esa gélida sensación de “¿y para esto tanto lío?, mira que lo veía venir», que tanto fastidia experimentar. Y es que el proyecto, aun aparentando pecar de ambicioso, en el fondo sólo ha sido coherente consigo mismo, sin mayores pretensiones que las que nos hemos querido todos imaginar desde un inicio. Es por ello que no hemos de ser tan duros ante el desengaño. Al fin y al cabo, aunque McMorrow tome el camino más largo para ir a la vuelta de la esquina, tampoco se estrella en el rebuscado sendero. En definitiva, es ésta una película que probablemente mejora con el segundo visionado, pero que muy pocos serán los que realmente tengan ganas de comprobarlo.