
Valoración de VaDeCine.es: 7
Título original: Tamara Drewe Nacionalidad: Reino Unido Año: 2010 Duración: 109 min. Dirección: Stephen Frears Guión: Moira Buffini (novela gráfica: Posy Simmonds) Fotografía: Ben Davis Música: Alexandre Desplat Intérpretes: Gemma Artenton (Tamara Drewe), Luke Evans (Andy), Bill Camp Glen), Dominic Cooper (Ben), Roger Allam (Nicolas Hardiment), Tamsin Greig (Beth Hardiment), Jessica Barden (Jody Long), Charlotte Christie (Casey) Página web Trailer
SHE LIVES IN A HOUSE, A VERY BIG HOUSE IN THE COUNTRY...Conociendo la obra de Stephen Frears y sus constantes, a nadie debería sorprender su interés por la filmación de Tamara Drewe, la novela gráfica de Posy Simmonds, remendada compilación de sus tiras semanales en The Guardian. Un tebeo, mascullarán entre dientes algunos. Un ácido retrato británico replicará el resto. Y entre su temática, personajes inseguros, autoanálisis y la llegada de una joven doncella a un grupúsculo cerrado, con consecuencias especialmente visibles sobre el macho alfa y sus concubinas. De lo primero ya había todo un tratado en la estilosa Alta Fidelidad; de lo último, el Vizconde Valmont de Las Amistades Peligrosas podría dar buena cuenta. Y es que para Frears poco importa el formato si la historia y el dibujo de personajes son acertados. Posy Simmonds sigue la huella de autores como Alex Robinson y hace suyo ese estilo mixturándolo con un humor muy británico, propio de algún que otro sketch de Little Britain, a su modo otro peculiar british portrait. El argumento en sí, ubicado en un pequeño pueblecito de la campiña inglesa, es bien sencillo: Beth y su marido, un aclamado y ególatra escritor de novelas policiacas, regentan una casa-retiro para literatos en un entorno idílico. En la aburrida villa, su inamovible idiosincrasia se verá sacudida por un terremoto llamado Tamara Drewe, una antigua habitante del lugar cuya reciente rinoplastia, sensuales curvas e irreverente ambición pondrán la aldea patas arriba. 
En este histriónico sainete, libérrima adaptación de Lejos del mundanal ruido de Thomas Hardy, son sus personajes, su introspección y el cómico reflejo externo de ésta, las cualidades más destacables y leitmotiv principal para Frears, quien, no sin ciertos problemas de salto entre formatos, traslada la obra a la gran pantalla. En este sentido, el tan adecuado y brillante reparto coral del original inevitablemente conlleva una presentación de personajes alargada que compromete la empatía. Más aún cuando en estos primeros compases, ese humor slapstick y rematadamente inglés de las viñetas tarda un mundo en acomodarse a los fotogramas. Así, no será hasta que nos familiaricemos con la estructura, el tono y los roles repartidos cuando percibamos que la obra tiene cierto empaque y anotemos el acertado e irónico paralelismo con los autores clásicos. Y es que si en la dramaturgia griega eran divinos demiurgos quienes jugaban con los designios de un atribulado ser humano, aquí el motor desencadenante de la acción serán un par de adolescentes con tan poco control de las consecuencias de sus actos como de sus efervescentes hormonas.
Las sensaciones contradictorias entre el dubitativo inicio y el esperanzador desarrollo le podría llevar a uno a pensar que se encuentra ante un simple esbozo del humanismo que desprenden cómics como Malas Ventas o Inolvidable, ambos del citado Robinson. Sin embargo, para el desenlace, las dudas huirán en tragicómica estampida dejando patente que todo lo presenciado tenía su razón de ser y que Simmonds, originalmente, y Stephen Frears, cinematográficamente, saben algo del viejo y bello oficio de cuentacuentos.
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y mira que está pasando desapercibida.. eh? para ser de Frears..