
Valoración de VaDeCine.es: 7
Título original: Bon Appétit Nacionalidad: España, Alemania, Suiza Año: 2010 Duración: 91 min. Dirección: David Pinillos Guión: David Pinillos, Juan Carlos Rubio, Paco Cabezas Fotografía: Aitor Mantxola Música: Marcel Vaid Intérpretes: Unax Ugalde (Daniel), Nora Tschirner (Hanna), Giulio Berruti (Hugo), Herbert Knaup (Thomas), Elena Irureta (madre de Daniel), Xenia Tostado (Eva) Página web Trailer
INGREDIENTES PARA UN INDIEROMANCE DELICIOSO
“Recetas para amigos que se besan” subtitula el cartel internacional de Bon Appétit en un ejercicio de síntesis prodigioso. Porque he ahí la esencia del film: la construcción de una amistad, forjada entre los fogones de un prestigioso restaurante suizo, y el equívoco sentir que un par de besos pueden provocar. Un argumento sencillo y emotivo, habitualmente maltratado en películas infames. El joven David Pinillos, resuelto montador y debutante director, imprime la personalidad de su generación a cada fotografía del largometraje. Una generación marcada por el fenómeno “Erasmus”, las melodías pop de su Spotify y cierto aire melancólico. La vaporosa atmósfera que se genera de ello, plena de miradas al infinito bajo la lluvia, espantará al acérrimo enemigo de las gafas de pasta y las fotos de perfil de red social. De hecho, si echásemos mano del GPS, la narración, a caballo entre postales de Zurich, Bilbao y Munich, quedaría justo en medio de cierta tendencia estilística del cine romántico actual. Y es que no hay duda de que estamos ante el indieromance de este otoño.

Realizado este ejercicio de ubicación, de usual carácter peyorativo, uno debe extender su análisis de la forma hasta el fondo, asunto particularmente importante si se persigue la objetividad. Y, objetivamente, Bon Appetit es una buena película.
Y lo es porque su discurso es natural, porque las charlas en las que se crean los vínculos de los que hablaba al inicio son preciosas; porque, sencillamente, su delicado argumento contiene cine y funciona, tocando a un espectador que probablemente alguna vez se haya visto en bretes similares y de idénticas conclusiones.
Lástima que, ya hacia el final, el adecuado ritmo sostenido hasta ese momento se precipite en simplistas elipsis temporales, desgastadísimo recurso. Un problema de tempo, pero no de concesión al romanticismo más exasperante. Nada preocupante, la verdad. O tal vez sea que, mecido por los ecos de The Radio Dept. y los sugerentes maullidos de Sigur Rós, uno se siente condescendiente con estos titubeos finales y decide pensar que Pinillos tiene un buen futuro por delante y que cierra, en cualquier caso, una digna ópera prima. 
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Muy bueno el chiste tras la foto sobre el chef Gordon, pedazo de programa ése, por cierto. Sobre la peli puedo decir que vi el trailer y me dio la misma sensación que describes. Debe dejarse ver.