Película Jesucristo Cazavampiros

Aun a riesgo de abrir la caja de Pandora, y con la esperanza de no sentar precedente en VaDeCine, hoy hago un guiño al inframundo cinematográfico. Es cierto que apenas tenemos en consideración productos de esta calaña; esto es, trabajos cuasi amateurs con escaso recorrido más allá de la familia de los partícipes, o algún botellón de colegas hasta arriba de estupefacientes. Pero entiéndase, no es que aquí despreciemos nada, que de vez en cuando a todos se nos antoja una peli así o asá. Es más bien una cuestión de situar las fronteras del cine. Pues bien, hoy ante nosotros un buen ejemplo de exposición. Una gamberrada casera que se presenta sugerente, como mandan los cánones de la serie Z, para juguetear en ese umbral entre el vídeo doméstico y algo parecido al séptimo arte, sin llegar a ser, ni dejar de serlo.

De Jesucristo Cazavampiros, título tan descerebrado como explícito, sólo podemos esperar majaderías. Desde luego, sobre esta perspectiva la cinta no decepciona. Chupasangres, Kung Fu, curas punk, lucha libre, un Mesías pateaculos, vampiresas lesbianas y agresivos ateos se dan cita sin complejos entre el más descuidado cutrerío fílmico. En definitiva, un combo de despropósitos técnicos y chorradas como templos con el que echar unas risas mientras rula la litrona. Por desgracia, ni para culminar el ajustado metraje dura tal diversión. Es evidente que cualquier cosa, por muy estúpida y desinhibida que se presente, necesita seguir ciertas reglas de montaje. Sin ellas, y prescindiendo del mínimo rigor en el medio, no hay producto que soporte más de 30 minutos en pantalla. El ritmo decae, las carcajadas cómplices se diluyen y sólo queda un estercolero sin gracia. De tal suerte, lo que arranca tronchante acaba convertido en un insufrible tostón. El chiste queda largo, la total desorientación molesta y su público -sí, aquella cuadrilla de amigotes ebrios- pulsa el FWD del mando en busca de una culminación pornográfica que el tono de la peli parece recordar. En definitiva, termina demostrándose por qué el cine es cine, y nos entusiasma, y esta cosa simplemente no.