Y eso que la cosa no comienza mal. Reduce Stewart la visión del apocalipsis a una cafetería de carretera en la que, con sosiego, se nos explican las interrelaciones personales de cada uno de sus protagonistas. Solución que, aunque manida, suele ser positiva cara a generar empatía, reducir el coste del proyecto y ahorrar obviedades, e incluso explicaciones, sabiamente escudado en que la información recibida por el aislado grupo al que se refiere la trama sea limitada y sesgada. Pero no, Stewart malogra el recurso y no escatima en pormenores argumentales. Así, no duda en darle un buen puñado de líneas a un sufrido Paul Bettany para que narre trabajosamente los acontecimientos. Sorprende la dignidad con que afronta Bettany una historia tan ridícula. Me imagino al actor británico en la soledad de su hogar repasando su texto y arqueando una ceja.

Y es que
Legión ni tan siquiera se toma la molestia de darle empaque religioso al argumento. Ninguna referencia bíblica explícita a esta nueva condenación del hombre. Apenas una cita inconexa, ráfagas antiabortistas y humanistas y, por supuesto, el advenimiento de un elegido en una revisión de la Natividad con
terminator celestial de por medio, completan un cóctel que amenaza, según diversas fuentes, con ser, cómo no, trilogía.
tiene una pinta terrible