Película Lucía y el Sexo

Aupado a lomos del efectista componente sexual, Julio Medem creó, en la presentación de su Lucía y del sexo de ésta, una de sus obras de mayor éxito comercial. Conocida y reconocible por todos, la luminosa estética del film apartó un buen puñado de secuencias para el álbum de recuerdos colectivo. De paso, con ritmo pausado, Medem rodó una de sus intrincadas historias de amor pasional, de amor enfermizo. Un amor del que Lucía (una Paz Vega entregadísima e inspirada) hace gala con precipitada franqueza al declararse «completamente enamorada, loca perdida, ya ves».

Entre carnales pezones y caricias embarradas, Lucía y el Sexo recorre el mismo círculo polar ártico que ya transitasen los amantes palíndromos de su film inmediatamente antecesor. Sin embargo, si en aquél el trayecto orbicular, aun trágicamente, lograba cerrarse; en ésta no habrá reflejo del uno en los ojos del otro, distanciando a sus protagonistas, Lorenzo y Lucía, escritor y admiradora, para acercarlos y alejarlos sucesivamente mediante agujeros narrativos.

De blanquísima y sugestiva fotografía, preciosa composición musical y montaje elíptico en el tiempo y el espacio, la película cautiva al amante del cine de arte y ensayo mientras aleja al partidario de cierta credibilidad narrativa y/o clasicismo. Así, los diálogos son afectados; el encuadre, pura pose, y cualquier elemento fílmico, todo estilismo en sacrificio del realismo. A Lucía y el Sexo se le notan las costuras, en definitiva.

Toda crítica en este sentido es certera, tal vez fría, pero certera al fin y al cabo. Sólo entrando en el juego de Medem se puede disfrutar del film, sólo quien se deja caer por los agujeros que hilan este cuento para adultos recorre el camino prefijado por el director donostiarra. Así, y al igual que en la lectura de un poema, todo depende de los oídos del que escucha. Habrá quien se fije en la petulante entonación y habrá quien se zambulla en el lirismo. Quizás el problema de Medem sea que su acentuación enfática se empeña demasiado a menudo en sacarnos del hechizo.