Película Guía del autoestopista galáctico

Antes que nada, he de dejar una cosa clara. Esta crítica se refiere a la película y en ningún caso a la novela (novelas) en las que se basa, ya que el que escribe estas líneas no ha leído ni una palabra de dichos libros. Lo único que conoce de ellos es que han dado pie a los nombres de ciertas canciones de Radiohead (Paranoid Android) y Coldplay (Don’t Panic y 42). Por tanto, quien quiera conocer la relación de la cinta con las novelas, seriales de radio y televisión y demás material creado por Douglas Adams deberá buscar en otro sitio. Punto y aparte.

La Guía del autoestopista galáctico tiene buenas ideas, algunos chistes graciosos y un tono agradable, pero poquito más. Durante todo el metraje no está demasiado clara la intención de todo este despliegue de imaginación en forma de personajes y situaciones a veces originales y graciosas (esa forma de viajar por el espacio o el androide Marvin), otras veces espectaculares (el arquitecto de mundos) y otras un tanto chuscas (esos asquerosos Vogones y su poesía). De forma que muchas veces no se sabe muy bien la motivación ni el por qué de algunas cosas, incluso se dejan líneas argumentales en el aire (¿qué pasa con el personaje de John Malkovich?).

Es verdad que los espectadores entramos en una nueva dimensión como así lo hace también el protagonista (interpretado por un Martin Freeman que lo único que hace es poner cara de no enterarse de nada, aunque con razón), pero da la impresión de que falta información por todos lados (tal vez está en los libros) y el hecho de que se trate de una comedia irónica y a veces absurda no quita para que tenga cierto sentido, ya que si te pones en ese plan haces una película estilo Monty Python y punto. Aún así a veces el humor funciona y además a varios niveles, como ese planeta de burócratas Vogones en el que se ‘sanciona’ pensar.

Don’t Panic, sólo es Marvin

En el lado positivo, y como decía antes, el tono es agradable y entretenido, con alguna carcajada que otra y la sonrisa siempre en el rostro. Destacan Sam Rockwell haciendo el tonto todo el rato, el momento en el que todo se convierte en lana en uno de los desplazamientos de la nave de los protagonistas, las imprescindibles toallas, la canción de la introducción (Son long and thank’s for all the fish!) y unos efectos especiales realemente muy buenos, haciendo que, aunque estén omnipresentes, en ningún momento adquieran protagonismo y hagan creible todo lo que aparece en la pantalla. En el lado negativo, el romance que se supone que mueve al protagonista, una sosez que no viene a cuento en el tono loco del resto, ese «Conmigo no funciona, yo ya soy una mujer» que suelta la prota femenina en un momento dado (cuando la veais lo entendereis) y ese último tramo con su happy ending que no conseguí entender.

Resumiendo, ¿teneis una tarde de Domingo libre sin nada que hacer? ¿Os apetece ver una colleción de frikadas con cierta gracia pudiendo tener el cerebro en Stand-By? Pues ya está, ni más ni menos.