
Valoración de VaDeCine.es: 3
Título original: The fourth kind Nacionalidad: EE.UU. Año: 2009 Duración: 98 min. Dirección: Olatunde Osunsanmi Guión: Olatunde Osunsanmi Fotografía: Lorenzo Senatore Música: Atli Örvarsson Intérpretes: Milla Jovovich (Abbey Tyler), Will Patton (sheriff August), Elias Koteas (Abel Campos), Hakeem Kae-Kazim (Awolowa Odusami), Olatunde Osunsanmi (él mismo), Abbey Tyler (ella misma)
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Tras el fenómeno de Paranormal Activity , y viendo el resultado de La cuarta fase, parece que definitivamente se han vuelto a poner de moda las películas que juegan con la veracidad de lo que nos cuentan para ganarse (o enfrentarse con) las nobles intenciones del espectador. Lo que ocurre es que, en el caso de la película de Olatunde Osunsanmi, éste no da opción a la duda: nos vende y se esfuerza en “probar” su película como no ficción, cuando en realidad todo se trata de una falacia (por cuya promoción -de similar calado inventivo-, al parecer, la propia Universal ha tenido que pagar alguna multa).

En efecto, el hecho de que esté basada o no en hechos reales, carecería de mayor relevancia si no fuera porque el director afroamericano lo utliza como parte básica de la narración. De esta manera, las imágenes por él filmadas (ficción) se entremezclan en pantalla con grabaciones de archivo en vídeo (supuesta realidad) para mostrar una serie de sucesos en efecto no demasiado normales (lechuzas empeñadas en observar a los habitantes de las casas durante toda la noche), que ocurren durante una temporada en Nome, una pequeña ciudad de Alaska. Además, algunos de los nombres de los personajes “reales” son suplantados por alias en el relato, según nos cuentan Milla Jovovich o el propio realizador -mirando a cámara directamente, para interpelarnos y resultarnos convincentes-, o tal y como se indica en los consabidos textos explicativos justo antes del final, por decisión de los mismos de no participar en el film y permanecer, de esta manera, en el anonimato; esto se refuerza también con leves cortes en el audio, en aquellos momentos en que se fueran a pronunciar aquéllos. Excusas cualesquiera. Así, la protagonista de esta extraña historia, la psicóloga Abbey Tyler, quien investiga y sufre en sus carnes los desagradables hechos que “ella misma” le cuenta a Osunsanmi pasados dos años de los mismos (en un formato híbrido entre la entrevista televisiva y el reality más chusco), es doble, y para representar esa idea en imágenes, aquél divide la pantalla en dos (o tres, o cuatro… el caso es hiperbolizar la forma y su posible impacto en el vidente), yuxtaponiendo el mismo suceso en filmaciones de diferente textura; un recurso, eso sí, consecuente con lo relatado, por increíble que esto pueda resultarnos. Que esta cualidad coincida con los momentos de mayor sobresalto, no es casual, y viene a reforzar la idea del necesitado apoyo que debe la parte recreada a la “original”, que aunque menor abordada y en realidad falsa, resulta mucho más interesante y sugestiva que aquélla, plana, poco sugestiva, filmada de manera rácana y peor interpretada.

No es de extrañar que, en una historia de estas características, se decida dejar un final abierto, terminar el relato con una desaparición sin esclarecer, o sencillamente, lanzar un mensaje de advertencia al espectador. Ya que lo que acontece no lo llegamos a comprender nunca -una lástima que justo en los momentos en que podíamos intuir algo, la imagen se difumine e impida ver nada, obstruyendo la información al (poco) intrigado espectador, quien sólo alcanza a oír ruidos y/o gritos desesperados de fondo-, hay que desplazar el interés hacia otros focos, como el de la credibilidad; es el único mecanismo de intriga, y su vez fin, que aquí acontece, y obviamente resulta fallido. Por más que se nos intente retener en la butaca cuando aparecen los créditos finales mientras se nos narran experiencias anónimas con lo desconocido… Tampoco nos las íbamos a creer, visto lo visto.
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entiendo perfectísimamente tu grado de indignación. Si se juega cn los hechos reales como pilar d la propuesta, estos deben ser, eso, veraces. M molestan los charlatanes q se rien del espectador. No todo vale