Película La Cruda Realidad

Previsible, aburrida, inverosímil y elaborada con esa milagrosa masa que produce, semana a semana, lucrativas comedias románticas como churros. Ésta es, amigos, la cruda realidad sobre este vulgar título. Un manido proyecto de bajísimo riesgo y pocas, por no decir ninguna idea medianamente interesante. Un mediocre trabajo que se dedica a petardear durante una hora y media sobre el concepto pueril de “los que se pelean se desean”. Así pues, bien podría redactar un recurrente texto sobre lo sobado del discurso; no obstante, no quisiera hacerles sentir leyendo la misma percepción de déjà vu que ya se tiene al ver la película. De esta manera, creo que pueden hacerse una idea de lo que les espera: la típica guerra de sexos llena de chorradas y tópicos sobre la simpleza de los hombres, que finalmente resulta no ser así, y la obsesiva mente femenina, que también termina por ceder el control ante un irracional romance primitivo. En definitiva, una historia más vista que el TBO.

Atacada ya la manoseada esencia misma de la película, sólo me resta dedicar varias líneas ofensivas a los responsables del guión. Un estúpido libreto capaz de desperdiciar el gracejo y atractivo de Gerard Butler y de Katherine Heigl, convirtiéndolos en odiosas caricaturas en manos de escritores tan poco inspirados. Una verdadera pena que echa a perder los pocos activos de valor con los que contaba el proyecto. Y es que la sucesión de tontas situaciones protagonizadas por sus bochornosos personajes sólo puede calificarse de indigna de la gran pantalla y del dinero del espectador.

Repleta de gags fallidos y estériles intentos por funcionar como comedia soez sobre las relaciones de pareja, esta ridícula cinta se hunde desde el primer instante. No negaré que pueden sonreír, incluso asentir con la cabeza, al escuchar algún misógino consejo o un chiste feminista en un momento determinado. Sin embargo, estos apenas logran encadenar tres minutos decentes dentro de un film incapaz de achicar aguas con eficacia ante la gravedad de un naufragio asegurado.

En definitiva, recomiendo huir lejos de este lastimoso largometraje. A buen seguro encontrarán mejor entretenimiento revisando, por seguir la temática, consejos para ligar de un tal Barney Stinton que, por cierto, resulta más sabio e infinitamente más gracioso que el burdo papel con el que ha tenido que batallar Gerard “Leónidas” Butler en esta ocasión. No siempre se puede alcanzar la gloria de Termópilas, espartano. Esta vez te ha tocado saborear la lejía. No te desanimes, tienes clase de sobra. La próxima vez será.