Película Metropía

Como experimento para probar la nueva técnica de animación desarrollada por los realizadores Tarik Saleh y Martin Hultman, Metropía resulta original y refrescante, un soplo de aire fresco para la animación y además proveniente del viejo continente. Creada con una mezcla de stop motion cut off a partir de fotografias y con programas estilo photoshop (así, como suena), las horas de trabajo que han llevado a su conclusion son incontables. Desde este punto de vista, la película es un diez.

Pero como ocurre en, por ejemplo, Sin City (Robert Rodriguez, 2005), cuando se te pasa la impresión por la manera que te están contando el asunto y te centras en el fondo, Metropía falla. La historia parece carne de relato corto de cualquiera de los escritores de ciencia ficción que os podéis imaginar cuando hablamos de este género y no va ni un paso más allá de miles de otras producciones que podamos haber visto antes. Un futuro cercano en el que un poder en la sombra intenta controlar los pensamientos de los cuidadanos en un entorno gris y depresivo. Pero, por supuesto, nuestro héroe hará algo para remediarlo. Da la impresión de que todo el trabajo se ha vertido en la concepción del look y poco se ha dejado para el corazón de la trama.

Una verdadera pena que la cinta quede como mero vehículo de un vestido que se merece un modelo mejor al que vestir. De hecho hubiera sido perfecto para crear videoclips de alguna banda puntera, digamos Radiohead, con esas caras deformadas y sus movimientos extraños. De todas formas habrá que seguir muy de cerca los siguientes pasos de los creadores, ya que la técnica seguirá evolucionando y dará mucho que hablar dado el mayor nivel de realismo que se consigue en ciertos aspectos, como en los seres humanos, comparado con la animación «tradicional» por ordenador.