
Valoración de VaDeCine.es: 3.5
Título original: The informant! Nacionalidad: EE.UU. Año: 2009 Duración: 108 min. Dirección: Steven Soderbergh Guión: Scott Z. Burns, Kurt Eichenwald Fotografía: Steven Soderbergh Música: Marvin Hamlisch Intérpretes: Matt Damon (Mark Whitacre), Melanie Lynskey (Ginger Whitacre), Thomas F. Wilson ( Mark Cheviron), Scott Bakula (agente FBI Brian Shepard), Lucas McHugh Carroll (Alexander Whitacre), Eddie Jemison (Kirk Schmidt)
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Posee Steven Soderbergh una innegable capacidad para imprimir a la mayoría de sus cintas un alegre ritmo que hace que éstas, cuanto menos, sean entretenidas. Por eso resulta todavía más curioso que ¡El soplón!, donde efectúa todo un despliegue de irrefrenable diálogo y entrega una historia que es un no parar de sucesos y nuevos descubrimientos, sea una de sus más soberanamente aburridas. En ella se nos cuenta la historia de Mark Whitacre, un ejecutivo de una gran compañía relacionada con la agricultura, que, progresivamente, se sumerge en una espiral de declaraciones, medias verdades y mentiras transmitidas a la FBI con el propósito de denunciar las malas artes monetarias de su pagadora. Basándose en el libro homónimo del reputado periodista americano Kurt Eichenwald, The informant!, Scott Z. Burns firma un guión excesivo a todas luces. Desconozco la verbosidad de dicha publicación, pero su traspaso a la gran pantalla peca de una desmedida incontinencia verbal que hace que el espectador se apabulle ante semejante cantidad de información, concluyendo en un desarrollo argumental y explicativo un tanto confuso, por no decir, directamente, lioso. Baste reparar en cualquier fase de la narración para denotar que en el diálogo -por otra parte no exento de cierta incisión y mordacidad pertinentes en esta trama de pseudo-denuncia- se prime más el adorno que la profundidad e incluso la idoneidad del mismo.

Y Soderbergh parece contagiarse de lo anterior, por no poner un esperado freno al devenir de las situaciones. Filma más que correctamente (nada nuevo en él), pero de su habitual dinamismo para con la imagen no consigue, esta vez, imprimir algo parecido a la emoción a través de ella, que nos haga sonsacarnos el suficiente interés como para prestar la debida atención. Se enreda una y otra vez en la complacencia de ver a su personaje discursear afanosamente y no sabe (en definitiva no quiere) ponernos en conocimiento de sus motivaciones. Así, el retrato carece de empaque alguno y, lo que es peor, hace avanzar el relato del mismo hacia una mezcolanza genérica nada clara y del todo desfavorecedora. Uno no sabe muy bien en qué sentido deben ser leídas las imágenes, y eso es algo peligroso. De ahí que la única posible tabla de salvación del film sea la acertada caracterización que Matt Damon hace del dichoso trabajador deslenguado. Conspicuamente locuaz, pertinaz como su personaje a la hora de encarar las extendidas y descaradas conversaciones, el actor se doblega a las necesidades de aquél y brinda un papel simpático y singular.

Lástima que toda esa agilidad que se distingue en el conjunto (también en lo referente a lo musical, con marchosos y estupendos extractos de temas que sirven de acompañamiento en los entreactos) cause, precisamente, la sensación opuesta de cara al que lo observa, y se obtenga una sensación constante próxima al sopor. Podría decirse que cómo acabe la historia es lo de menos, lo importante es que acaba.
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Ostien!!!!!!! que palazo... :( Tenía ganas de verla, más que nada por Damon...pero bueno tendrá que esperar viendo lo visto y más con Malditos Bastardos y Bruce Willis ahí esperando...
Un saludo.