Película Ella es el Partido

Si damos validez al refrán: «Todo se pega menos la hermosura» y definimos hermosura según la primera acepción de la R.A.E.: «belleza de las cosas que puede ser percibida por la vista y el oído», rápidamente comprenderemos por qué, a pesar de colaborar juntos en esa pequeña maravilla titulada O´Brother (Joel Coen, 2000), los Coen nunca podrán tener la cara bonita y el gracejo del señor Clooney. De igual modo, entendemos que el bueno de George no sea capaz de encontrar la tecla adecuada para representar una época a través de una historia concisa con gracia y talento como hicieron los hermanos Coen en el magistral guión conjunto que componía su particular visión de la Odisea. Pues el talento, también es hermosura.

En el fondo, en Ella es el Partido se agradece el intento de refrescar el edulcorado género de la comedia romántica aportando algo diferente, pues una nueva entrega de azúcar con la Zellweger hubiese resultado desquiciante. Clooney acierta de pleno al enfocar la historia como un retrato de los comienzos del fútbol profesional americano (football, no soccer, ojo), en realidad, el reflejo de toda una época en EEUU.

«¡Hola, soy John Krasinski, el de The Office!

A través de los ojos del veterano y encantador jugador Dodge Connelly (interpretado por Cary Grant, …digo, por George Clooney) vemos como el fútbol americano profesional comienza a tener cierta repercusión social (hasta entonces tenía mucho más seguimiento el universitario), al atraer a los mejores jugadores de los colegios y con ellos a los ansiados y ansiosos patrocinadores. Estos cambios harán del fútbol el deporte de masas que es hoy en día, con sus pros y sus contras. Todo ello se muestra tamizado con una visión nostálgica y cierto aire de verdadero fan del juego, a pesar de tratarse de una comedia, con los inherentes gags propios del género.

Pero también intenta darnos una moraleja, y aquí es donde la película consigue enervar a cualquier aficionado al deporte, pues nos quiere hacer ver que los reglamentos son el cáncer del juego, y, en cambio, la pillería y marrullerías son su alma y espíritu verdadero. ¿Todo vale en el amor y en el juego? Sí, es una comedia, y por tanto no hay porque tomárselo tan a la tremenda, pero el desprecio a los valores del deporte y el espíritu olímpico resultan irritantes, pues sin reglas no hay marco de referencia para la competitividad, sin competición no hay esfuerzo, ni grandes logros ni héroes. ¿O acaso sería justificable que un pillo de cara bonita echase por tierra una vida de preparación y dedicación al deporte zancadilleando, por ejemplo, al mítico Gebreselassie? ¿Le reiríamos la gracia aplaudiendo lo «astuto» que ha sido?

Dejando a un lado la inevitable y leve irritación que sufrirán los amantes del Fair Play, el film nos transporta por momentos en regresión hacia algunas de las mejores comedias clásicas, con un gran sentido del ritmo en la narración impulsado por una enorme BSO, gran fotografía y la inclusión de gags visuales clásicos (la conversación en las literas o la persecución policial) .Ayuda, sin duda, un reparto sólido y homogéneo en el que incluso la Zellweger aprueba, y en el que se da a conocer al gran público John Krasinski, actor que descubrimos en la recomendable serie The Office.

Triángulo de amor bizarro.

Tras una jugada destacable Clooney se queda a 10 yardas del touchdown cinematográfico, pero seguiremos la evolución de este interesante jugador, para ver si algún día se cuela entre mitos de la especialidad como Wilder, Cukor, Hawks, Capra o Lubitsch, sin duda, referentes de esta película. Tal vez con un mayor conocimiento del reglamento Clooney lo consiga.