Valoración de VaDeCine.es: 9
Título original: The Lord of the Rings: The Return of the King Nacionalidad: Estados Unidos- Nueva Zelanda Año: 2003 Duración: 201 min. Dirección: Peter Jackson Guión: Frances Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson (Novela: J.R.R. Tolkien) Fotografía: Andrew Lesnie Música: Howard Shore Intérpretes: Elijah Wood (Frodo), Andy Serkis (Gollum), Ian McKellen (Gandalf), Liv Tyler (Arwen), Viggo Mortensen (Aragorn), Orlando Bloom (Légolas), John Rhys- Davies (Gimli/Barbol), Sean Astin (Sam), Billy Boyd (Pippin), Dominic Monaghan (Merry), Hugo Weaving (Elrond), Bernard Hill (Theoden), Miranda Otto (Eowin), Karl Urban (Eomer), David Wenham (Faramir), John Noble (Denethor), Ian Holm (Bilbo), Cate Blanchett (Galadriel) Página web Trailer
Llegaba la hora de la verdad. Con nuestros protagonistas cerca de su objetivo, a las puertas de la oscura tierra de Mordor, Peter Jackson se enfrentaba a su particular Monte del Destino. Tras miles de horas de trabajo de un espléndido equipo al servicio de la magia del cine, todavía restaba redondear la arriesgada apuesta con una tercera parte que elevara aún más la categoría de una trilogía para la leyenda. Una ardua misión que requeriría del último gran esfuerzo de todos para dignificar lo realizado hasta el momento, echando mano de esa enorme energía que sólo surge al mirar atrás y contemplar la intensidad del sacrificio hecho. Así, con el mismo empuje agónico que impulsa a Sam y Frodo a correr, aun sin aliento, por las lomas de la Montaña de Fuego, Jackson saca fuerzas de flaqueza para regalar una soberbia tercera entrega que daría paso a su obra a los anales de la historia del celuloide.

Un enérgico film, cargado de emotividad, simbolismo, garra e ingenio capaz de enlazar todas las vías narrativas en un ejercicio cinematográfico de estratosférica altura. Ganadora de los 11 Oscars para los que fue nominada, su brutal reconocimiento por parte de la Academia viene a saldar, sobre todo con los premios para la Mejor Película y Director, una deuda pendiente con una trilogía agasajada con innumerables nominaciones materializadas en estatuilla en menor porcentaje de lo merecido. El éxito de El Retorno del Rey es la gloria de toda una aventura emprendida con ilusión hacía años por un joven director, con tan poco recorrido en sus espaldas como enorme talento para el cine.

Coronando el trabajo de efectos especiales, la producción daría un nuevo paso evolutivo para dar vida a otro de personaje mítico de la celebérrima obra escrita: Ella-Laraña, instantáneamente consagrada como segunda obra maestra de la animación en la saga del Anillo, tras el siempre impecable Gollum, que volvería a ser determinante en esta entrega final. El equipo de maquetación y escenografía aún se permitiría el lujo de deslumbrarnos una vez más con la impresionable visión de la preciosa Ciudad Blanca de Minas Tirith en la majestuosa Tierra de Gondor, para minutos más tarde repetir hazaña visual con otra espléndida batalla en los Campos de Pelennor, de menor calado en el espectador que la del Abismo de Helm, pero digna de la enorme categoría de la trilogía.

Eficazmente rematada con varias secuencias finales imprescindibles, la película, así como lo hicieron sus predecesoras, contenta la mayor parte de las necesidades de los más férreos seguidores de la novela de Tolkien para lograr una adaptación bastante fiel del conjunto, eso sí, con algunas licencias artísticas, aunque éstas siempre justificadas en pos del funcionamiento cinematográfico del relato. Aún más satisfechos quedarían todos esos fans con la edición de las versiones extendidas de las tres obras, en las que el metraje añadido viene a complementar perfectamente ciertos pasajes recortados, por desgracia, en el montaje final para proyección en salas de cine. Concluida la tarea, El Señor de los Anillos quedará para siempre como una marca de excelencia artística y ejemplo de superación ante mastodónticas empresas fílmicas. Una soberbia demostración de ingenio y capacidad humana, que gana el respeto de un servidor hacia Peter Jackson, así como el cariño de millones de espectadores que siempre recordaremos y vibraremos con el enigmático lenguaje de Gandalf, la nobleza de Aragorn, el ímpetu y optimismo del heroico Samsagaz Gamyi, la vitalidad de los pequeños Pippin y Merry, esa bonita amistad entre Légolas y Gimli, y, por supuesto, rememoraremos durante años la enorme valentía y sacrificio del portador del Anillo: Frodo Bolsón, demostrando que todos tenemos algo importante que decir en este Mundo. “Hasta el más pequeño puede cambiar el rumbo del futuro”.
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De verdad, se me ponen los pelos como escarpias... aunque las vea cien veces. Impresionantes.Una gozada.