Valoración de VaDeCine.es: 7,5
Título original: The Adventures of Tintin: Secret of the Unicorn
Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 2011 Duración: 107 min.
Dirección: Steven Spielberg
Guión: Steven Moffat, Edgar Wright, Joe Cornish (Cómic: Hergé)
Fotografía: Janusz Kaminski
Música: John Williams
Intérpretes: Animación Capture Motion: Jamie Bell (Tintín), Andy Sherkis (Cpt. Haddock), Daniel Craig (Sakharine), Simon Pegg (Hernández), Nick Frost (Fernández)
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TREPIDANTE HOMENAJE AL TRAZO DE HERGÉ
Aventuras y misterios pueblan las inolvidables viñetas de Hergé y su Tintín; elementos también usualmente presentes en la filmografía de Steven Spielberg, idóneo adaptador al cine de los tebeos del reportero belga más universal: Tintín, cuya sempiterna juventud, respingón flequillo e inquieto espíritu poblaron los sueños infantiles de multitud de niños de diferentes generaciones y muy diversas lenguas. Los míos, tal vez los suyos, lector de este texto, y seguro los de Peter Jackson, coproductor del filme y, si así lo quiere el público, futuro realizador de la segunda empresa de Tintín en la gran pantalla, proyecto en el que Spielberg y Jackson planean intercambiar roles.
Para la primera, ésta que nos ocupa, se decidieron a adaptar El secreto del Unicornio, uno de los más populares tomos de la colección, apropiándose de algún pasaje de otras entregas como El cangrejo de las pinzas de oro (en una buena maniobra para presentar a neófitos al Capitán Haddock) o El tesoro de Rackham el Rojo, en lo que podría ser punto de partida de las secuelas venideras. La historia en sí, tan propia de Tintín, sólo pretende avivar la llama por desentrañar el enigma: un encaste familiar maldito, un tesoro perdido en medio del océano. Suficiente promesa para embarcar al periodista, a su fiel Milú y a todos nosotros en un sinfín de peripecias.

No obstante, más allá de sus relatos, Hergé encandilaba con un estilo visual icónico, de una capacidad gráfico-descriptiva inusual para la época (más de 80 años desde la publicación de En el país de los soviets), pero sobre todo evidenciaba una conexión total con sus lectores, pues Tintín era un chaval admirable, un perfecto boy-scout con el que todo niño podía empatizar y recorrer el mundo entero. Leyéndolo, de pronto uno se sentía capaz de desarmar a un traficante de opio, descifrar el arcano de una momia inca o alunizar en un cohete de ajedrezado pop.
De la primera de las virtudes antes reseñadas, la inconfundible estética de su dibujo, el tándem Spielberg-Jackson hacen doctorado. Frente al brete de rodar en imagen real o animada, la sorprendente mixtura del aquí perfeccionadísimo capture motion conforma un homenaje al trazo de Hergé verdaderamente admirable. Atractivo, agradable y con una infinidad de posibilidades en las secuencias de acción, el filme se lanza a explorar dichas oportunidades con un refrescante aire: acertados guiños al mundo del tebeo se acompasan con las trepidantes escenas en un ejercicio de entretenimiento realmente logrado.
Sin embargo, la primordial de las bondades mencionadas, aquella empatía infantil que incitaba a la lectura y la imaginación, tal vez quede aquí parcialmente sepultada por cierta ligereza narrativa, por la omnipresente fanfarria o, más probablemente, por el escaso tiempo dedicado a presentarnos al Tintín que fruncía el ceño y sonrojaba su rostro cuando una injusticia se cometía ante sus ojos. Algo de aquella personalidad se añora en esta amena composición cinematográfica. Quizás en las (seguras) próximas entregas se vaya cincelando nuestro valiente héroe. O tal vez los nuevos tiempos exijan otros protagonistas y otros ritmos para interesar a los muchachos. O simplemente, casi con toda seguridad, será que la nostalgia de quien aquí escribe le impide apreciar el mismo ramillete de sentimientos en este filme que entre las tapas de aquellos inolvidables álbumes tomados en préstamo de la biblioteca municipal.

Respeto el género, pero a mí no me van demasiado estas aventurillas cazatesoros e Indianajonescas, aunque Tintín es así mucho antes que Indy, eso está claro. Es algo muy particular. Reconozco los méritos de la cinta como entretenimiento. Sobre sus logros técnicos y el diseño de producción no hay debate, en este aspecto es soberbia (aunque el 3D sigue siendo la engañifa oscurecepantallas de casi siempre). Para mi gusto se le va bastante la mano con la acción destartalada, pero desde luego estas cosas quedan mejor (o menos mal) en animación que en películas de acción real.