Valoración de VaDeCine.es: 9.3
Título original: Wall-E Nacionalidad: EE.UU. Año: 2008 Duración: 98 minutos Dirección: Andrew Stanton Guión: Andrew Stanton/Pete Docter/Jim Reardon Montaje: Stephen Schaffer Música: Thomas Newman Intérpretes (voces): Ben Burtt (Wall-E), Elisa Knight (EVE), Jeff Garlain (capitán), Fred Willard (Shelby Forthright), MacInTalk (AUTO), Sigourney Weaver (computadora de la nave) Página web Trailer
Cuando uno contempla la nueva maravilla de los estudios Pixar, esos que nos han brindado auténticas delicias de la animación -probablemente entrando directamente en la historia del género por la puerta grande, a pesar de contar con sólo un puñado de títulos a sus espaldas-, no puede más que hacerse la siguiente pregunta: ¿dónde está la cima? ¿Qué más pueden ofrecernos John Lasseter (miembro fundador de la empresa, productor ejecutivo y director de alguna de sus cintas) y compañía? Ciertamente, cuesta imaginar cómo serán capaces de superar el esmerado acabado visual de cintas como la que nos ocupa, pero sin lugar a dudas y vista la progresión, no cabe duda que lo lograrán. Sin embargo si por algo se han hecho grandes estas películas es porque, además de embaucarnos con su extraordinaria animación, ésta no se ha quedado en un mero fin en sí mismo (lo cual ya hubiera supuesto, por sí solo, un loable entretenimiento, qué duda cabe) sino que ha servido como acertado medio propulsor para contar una historia repleta de valores. Una historia que también ha evolucionado, como lo ha hecho su reflejo en esas imágenes casi perfectas; pequeñas aventuras de fieles y simpáticos amigos que nos han regalado felicidad por los cuatro costados; que nos han brindado diversión a raudales con ocasión de vivirla junto a los más pequeños. Porque sí, son películas que ellos disfrutarán con algarabía y desmedido júbilo, pero cometeríamos un gravísimo error si entrásemos en el terreno del prejuicio inútil que pudiera llevar a la conclusión de que a nosotros, al público adulto, no le aportará más que un entretenimiento mayor. Nada más lejos de la realidad, y Wall-E es el exponente último y máximo de esta evidencia. Le sirve de excusa juvenil a Stanton el mostrarnos, en primera instancia, al gracioso “Wally” (como él mismo, a duras penas y causándonos la risotada por ello, no duda en presentarse cuando descubrimos que habla) haciendo su rutinaria tarea de limpieza de una contaminadísima Tierra, con desparpajo y derrochando simpatía ante el público, para propinarnos toda una lección de cine mudo. Carente de diálogo hasta bien avanzado el metraje, la capacidad del director para captar nuestra atención hacia el personaje es brillante, logrando dotar de una expresividad al mismo que para sí ya quisieran muchos actores de carne y hueso, y regalándonos una serie de geniales situaciones directamente herederas del mejor“slapstick” de Chaplin o Keaton.

Porque aquí dentro hay mucho, mucho CINE; se respira en cada fotograma, se sabe heredera de su grandeza y sabe explotarlo con desmesura. Dejando a un lado la evidencia de las imágenes de Hello, Dolly que contempla nuestro ingenuo amigo en su “taller” y la deuda en el diseño con Cortocircuito, no puede más que asomásernos a la cabeza un parecido razonable con el también extraterrestre E.T., que se ve reforzado en determinadas situaciones de imprecisión o, directamente, torpeza de Wally. Si bien la guinda del pastel vendrá después, cuando se torne explícito el constantemente apuntado -también por un similar diseño de personaje- homenaje a 2001: Una odisea del espacio. Sencillamente grandioso. Otro mecanismo más de afección con el respetable que no tardará en hacer acto de presencia en esta completa película es el amor, posiblemente el motor principal del film. Sin trampa ni cartón y sí con mucho sentimiento, Wall-E repara en este valor universal de manera suave y muy tierna, transmitiéndonos con el simple gesto de dar la mano toda una lección de amistad, cariño y anhelo. Será a través de su casual encuentro con “Eva”, un avanzado robot enviado desde el exterior para recoger posibles muestras de vida, cuando nuestro héroe aprenda a querer, luchando en todo momento por mantenerse al lado de su admirada y única amiga.

Por último, descubriremos, igual de sorprendidos y desubicados que Wally, todo un mundo paralelo fabricado para nuestro fácil deleite consumista; una existencia igual de rutinaria que servil e inservible, vacía en un aparatoso escenario repleto. Se pierde la capacidad inicial de sorpresa y se incide en una cierta repetición a medida que nos adentramos en este particular universo de la comodidad -no sin razón todos sus habitantes son gordos viajantes, inamovibles en su butaca-, pero la moraleja es clara y está genuinamente visualizada. La capa cómica permanece en todo momento bien visible, pero urge señalar el sentido último de la misma: hacer con(s)cientemente feliz al espectador. Y lo logra. Y no tiene otra manera de conseguirlo, porque no puede haberla en esta película, que no sea a través de su mensaje positivo pero que sirve de aviso (y si se quiere de premonición) sobre el devenir de este mundo, de nuestro mundo, ante el que todos somos responsables y del que todos deberíamos cuidar un poquito más a la vez que nos cuidamos a nosotros mismos. Quizás pueda parecer algo tonto que tenga que ser a través de un pequeño robot como nos demos cuenta de las cosas importantes que nos rodean, pero precisamente la sencillez, desmedida ilusión y pura bondad del personaje son los mejores reflejos de nosotros mismos, y logran ser el mejor vehículo en nuestro camino a la emoción por la vida.
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Sin duda alguna una JOYA de Pixar, estoy totalmente de acuerdo con la crítica.
Estamos más o menos acostumbrados a ver maravillas en la animación y renderización, un guion inspirado y equilibrado, un mensaje atrayente y cautivador, unos "homenajes" a otros clásicos del cine etc... pero cuando todo se auna en una sola película lo sabes nada más empezar y sales con una sonrisa en la cara. Esta película es una de ellas.
Un saludo :)