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Aun cuando interesara su rabioso mensaje sociopolítico, explícita denuncia de la creciente ferocidad USA frente al inmigrante, Machete decepciona donde no debiera meter la pata. Y es que tampoco busquemos los tres pies al gato. No defendamos lo indefendible con rollos macabeos y segundas lecturas. Lo que el público espera de esta macarrada, recuperación del espíritu Grindhouse, es un estimulante ejercicio de estilo. Una remezcla de elementos del peor cine convertida, por virtud del artista, en fascinante y divertido juguete trash de impecable ritmo, vibrante puesta en escena, guión absurdamente tronchante e inmediata conexión con el espectador. Una desmesurada orgía de excesos con la que pasarlo pipa. ¿Que también se añade una brutal crítica?, pues mejor, pero lo primero es lo primero. Sin embargo, y aunque deseamos dejarnos llevar, esta vez la fórmula no funciona y Machete acaba convertida en un engendro. Es más, el mero hecho de ir de segundas, o de terceras en la familia, ya augura el fracaso de un proyecto carente de la innegociable frescura que requiere tan bizarra propuesta artística.

Pero no sólo por escasa originalidad naufraga la parodia. Para más inri, y esto sí que es imperdonable, esta cinta es terriblemente aburrida. Se aprecia desganada, carente de ritmo, nefasta en este aspecto secuencia por secuencia. Apenas sí es capaz de engarzar con cierto brío sus mejores momentos, sin duda aquellos procedentes del genial trailer falso que ha dado origen a este largo, y que aquí lucen como pegotazos metidos con calzador. Da la impresión de que Rodríguez confía en que por arte de magia toda la basura termine oliendo bien en su vertedero. De estar muy seguro de que esta gamberrada va a reventar sí o sí todos los molómetros. Pero no, estas flipadas tan rebuscadas, tan trilladas; esos flojos gags cómicos tan rematadamente inoportunos no molan nada de nada. Una vez más Robert Rodríguez nos da la de arena demostrando no tener ya muy claro qué ofrecer aparte de gore barato, celuloide gastado y cortes bruscos para homenajear una serie Z infinitamente más delirante que esta fallida ¿comedia?

Y sólo nos queda citar al desorientado reparto capitaneado por el extremadamente perdido Danny Trejo, al que hay que echar de comer aparte. No es que Seagal o Don Johnson -ambos caracartones aplicados- estuvieran para muchos trotes en cualquier caso. Tampoco De Niro atraviesa su mejor momento, aunque casi se salva junto a Jeff Fahey (el más entonado de largo). Ni siquiera nos indigesta la ración de carne exhibida por las maniquíes Alba, Lohan y Michelle Rodríguez, que para eso parecen estar citadas. Pero lo del protagonista es de pena, lástima más bien. El pobre tarugo apenas sí puede cantearse como héroe de acción. Incluso parece que se va a hacer daño de verdad, y no exagero ni hace ninguna gracia. Todavía alguien defenderá que un horroroso actor encaja en una peli como ésta, que busca parecer mala, pero pretende ser genial por cosas así. En esta discusión ni entraré. Sin embargo, que nadie dude que el director sí quisiera dotar a su personaje de cierto magnetismo, de cierto gancho que no logra albergar ni de lejos. En definitiva, del mismo que sí tuvo ese trailer que nos condujo a esto y jamás debió pasar de aquello. La perfecta broma quedó allí. Otra vez será Robert Rodríguez.