Valoración de VaDeCine.es: 3
Título original: The expendables Nacionalidad: EE.UU. Año: 2010 Duración: 103 min. Dirección: Sylvester Stallone Guión: Dave Callaham, Sylvester Stallone Fotografía: Jeffrey L. Kimball Música: Brian Tyler Intérpretes: Sylvester Stallone (Barney Ross), Jason Statham (Lee Christmas), Jet Li (Ying Yang), Dolph Lundgren (Jensen), Eric Roberts (James Munroe), Mickey Rourke (Tool)
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Hubo un tiempo en que el cine de acción era diferente. No hace tanto, en realidad. Un servidor lo recuerda de pequeño, y ciertamente le hacía vibrar, lo mismo que a su padre; igual que a los amigos y compañeros de colegio, cuando después jugueteábamos a ser el Jean-Claude Van Damme o el Sylvester Stallone de turno, el héroe férreo por excelencia, que salva al mundo de la tiranía de los malos. Ahora todo es diferente. Ese cine de acción puro despojado de componentes morales y de claro flirteo derechista ha mutado hacia el espectáculo más espectacular que se pueda imaginar, e incluso se atreve a lanzar mensajes, por supuesto acomodaticios y de escasa repercusión, convenientemente adaptados y políticamente correctos para con el despreocupado espectador actual.

Los mercenarios quiere reivindicar o cuanto menos hacernos recordar lo primero, y sin embargo le sale lo segundo. Parece como si a Stallone (guionista, director y actor principal de la cinta), al observar el último cine de acción moderno, le entrase un profundo cabreo y quisiera tomar cartas en el asunto, dando un buen puñetazo sobre la mesa como parte viva del género que es y se siente. Ya lo hizo en John Rambo, pero ahora va un paso más allá y para ello se vanagloria en reunir a algunos otros protagonistas imprescindibles de entonces, los mezcla con otros nuevos machotes de ahora, y a pegar tiros se ha dicho.
¿Cuál es el problema, pues? Que los viejos, chochean. Que da lástima ver desfilar por la pantalla todos esos rostros envejecidos y músculos atrofiados que en otra época lucían con esplendor. Que se pretenda hacer un homenaje a aquéllo sin la feroz, violenta y natural fisicidad de sus componentes más básicos, recurriendo en su lugar a la explosión grandilocuente y al efecto injustificado, arbitrariamente ubicado en la narración, con la consiguiente eliminación de la emoción. Que se traslade a la actualidad la misma planicie argumental y (no) moral de esos films, en lugar de proponer un discurso reinventado acorde (que no acomodado, cuidado en confundir) a los tiempos modernos -del estilo del apuntado en el brillante cameo de Schwarzenegger, insuflado de un corrosivo humor político y autoreferencial-.

No obstante, y toda vez metidos dentro del embolado, se debe reconocer el acabado de alguna escena impactante (la inicial, sin ir más lejos), el buen hacer de algún participante (Jason Statham clava su adecuado papel; el siempre esforzado Stallone cumple a pesar de todo) así como la escasez de algún otro ilustre (insípido Jet Li; escaso -en todos los sentidos- Bruce Willis). Con ello, resulta un ligero entretenimiento racanamente elaborado y muy atropellado. Demasiado poco.
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Evidentemente hay un exceso de efectos especiales y explosiones desmesuradas, y todo para equilibrar el paso de los años sobre los actores.Definitivamente una sobrada de película para el presupuesto que la misma ha conllevado.