Valoración de VaDeCine.es: 8.8
Título original: A Clockwork Orange Nacionalidad: Gran Bretaña, U.S.A. Año: 1971 Duración: 136 min. Dirección: Stanley Kubrick Guión: Stanley Kubrick Fotografía: John Alcott Música: Walter (Wendy) Carlos Intérpretes: Malcolm McDowell (Alex); Patrick McGee (Mr. Alexander); Michael Bates (Chief Guard); Warren Clarke (Dim)
Trailer
Stanley Kubrick era un genio. En todo el sentido de la palabra. Descomunalmente talentoso, maniático, híper-perfeccionista, huraño, en fin, medio loco, y bendita locura. Realizó muy pocas películas y todas ellas son o bien obras maestras o bien muestras muy estimables de los géneros en los que se encuadran. Un caso único en la historia del cine. Las escenas de sus películas son auténticos puzzles en los que cada pieza suma para trascender su medio y convertirse en arte. Maravilloso uso de la banda sonora, dirección de actores que exprime sus capacidades, guiones que exploran nuevas fronteras...Decir Kubrick es decir cine. Pero si me pidieran que eligiese, lo que más me gusta de sus creaciones es, sin duda, su poderío visual. La forma de rodar, de encuadrar, de mover la cámara, de explorar composiciones y de montar sólo tiene parangón en otro monstruo llamado Orson Welles. Y si, además, me pidieran que escogiera una de sus obras, elegiría, precisamente porque es en la que el genio creador del realizador da rienda suelta a todo su repertorio para crear imágenes con una potencia inusitada (no tan monumentales y bellas como en 2001 pero si cinematográficamente bestiales), La naranja mecánica.
El protagonista y sus amigos
A Clockwork Orange es una complicada novela que Anthony Burgess publicó en 1962 que trata sobre el difícil tema de la violencia de la humanidad y cómo combatirla, ya que el ser humano tiene una naturaleza contra la que es difícil luchar. En concreto aquí se utilizará la técnica del Condicionamiento de Pavlov, con resultados ¿positivos? La película sigue paso a paso la novela, el futuro distópico, la jerga inventada (mezcla de ruso y otras lenguas), excepto por el final. La obra literaria termina de manera realmente esperanzadora, con el protagonista Álex rehabilitado por iniciativa propia y de verdad, en contraposición al final de la película, irónico y pesimista. Sea como fuere, un argumento lleno de reflexiones sobre la política y el individuo, profundo y lúcido. Producida hace casi 40 años, la película es temáticamente muy actual, ya que el tratamiento Ludovico al que se somete al protagonista para borrar la violencia de su conducta no se diferencia demasiado de los métodos usados para que compremos tal producto, votemos a fulano o nos guste esa canción. Las personas tiene rabia interior y ni siquiera saben por qué. El futuro ha llegado y seguimos igual. En este terreno la novela tiene todo el mérito, ya que el guión simplemente recoge todo lo bueno que ya tenía aquella. Por tanto cuando en clase de filosofía se ve la película, en su lugar se debería leer el libro, pero claro, eso lleva más tiempo y esfuerzo.
Álex siendo sometido al tratamiento Ludovico
Pero a la hora de trasladar el texto a la pantalla el señor Kubrick destapa el tarro de la esencias (¿lo cerró alguna vez?) y consigue que prácticamente cada fotograma, perfectamente calculado y estudiado, sea un prodigio de cómo rodar cine. Y eso no está escrito en ningún guión. Debería ser asignatura obligatoria en las escuelas de cine, si no lo es ya. La naranja mecánica es una lección tras otra de como resolver escenas siendo efectivo, creativo y artístico. En su afán de siempre ir más allá, Kubrick exploró de forma absolutamente productiva la forma de filmar un plano. El clásico travelling hacia atrás que nos muestra a Álex y sus drugos en el Moloko (homenajeado por Blur o Trainspotting), la cámara en mano, el montaje cortado videoclipero, la cámara lenta, los encuadres detallados y sobrecargados, las cámaras subjetivas...un disfrute total que ha creado un sinfín de imágenes icónicas que podemos ver en cualquier sitio, desde pósters, camisetas, Los Simpson...Un auténtico fenómeno. Pero aparte del manejo de los resortes que hacen que las imágenes fluyan en la pantalla, el pionero hizo uso de los sintetizadores en la banda sonora, los cromas y demás avances dan fe de que el creativo e innovador cineasta intentaba que sus películas estuvieran siempre en vanguardia.
Ese futuro setentero horterilla...
Sin embargo y por desgracia, tres cosas empañan la obra de manera clara. Primero, la longitud del metraje es demasiado larga, y el ritmo lento puede desesperar un poco. Segundo, el horroroso diseño de producción, que si bien tiene algún acierto (por ejemplo el atuendo de los drugos, disfraz socorrido y molón para carnaval), muestra un futuro setentero que hace cierto daño a la vista. La mezcla de los trajes de aquella época con colores por todos lados y diseños futuristas hacen que estéticamente haya envejecido horrorosamente mal, todo lo contrario que 2001, completamente atemporal. Y por último, el hecho de que la mayoría de la gente se quede con la violencia como único tema de la trama, la cual es punto de partida, pero en ningún momento fin. Esto provocó que fuera difícil de estrenar en España, hubo hechos violentos en Gran Bretaña relacionados con la cinta...en fin, una pena que no se entienda el mensaje aunque se plantee de manera tan estimulante y sugerente.
Un homenaje de Los Simpsons...
...y otro
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Algún día tenemos que hacer el homenaje que la serie animada merece. Un artículo sobre la infinidad de homenajes a grandes películas que, sobre todo en las diez primeras temporadas, han hecho como ninguna otra serie. Éste, por ejemplo, no lo conocía.
Ah, y si uno de los errores de la película es achacable al espctador, no vamos mal, jeje.