Valoración de VaDeCine.es: 9
Título original: Per un Pugno di Dollari Nacionalidad: Italia, España, Alemania Año: 1964 Duración: 96 min. Dirección: Sergio Leone Guión: Sergio Leone, Duccio Tessari, Victor A. Cantena, G. Schock Fotografía: Jack Dalmas Música: Ennio Morricone Intérpretes: Clint Eastwood, Gian Maria Volonté (Ramón), José Calvo (Silvanito), Marianne Koch (Marisol), Wolfgang Lukschy (John Baxter), Sieghardt Rupp (Esteban), Antonio Prieto (Benito Rojo), Joe Egger (Piripero), Margarita Lozano (Consuelo) Trailer
Allá por 1964 un atípico largometraje titulado Por un Puñado de Dólares era estrenado en una sala anexa a la estación de ferrocarril de Florencia. Condenado a relleno para periodos de espera de viajeros, su destino bien parecía el mismo que el de un forastero que fonda en un poblado y se marcha sin dejar huella, sin que nadie se percate de su fantasmagórica presencia. Sin embargo, y al igual que su indeleble personaje protagonista, la cinta dejaría marca allá por donde pisara. Era el comienzo de la revolución (o rehabilitación) de un género, el western, cuyos convencionalismos y puritanismo formal parecían agotar.

Bajo el calcinador sol del desierto mediterráneo, tornado por Sergio Leone en Infierno, la sucesión de planos del film, su montaje y cadencia, así como su colorista propuesta, sublevaban el envoltorio del western para acercarlo a la modernidad, al cómic, al pleno deleite en su propia hechura. Un por entonces anónimo Ennio Morricone subrayaba la transgresión a ritmo de trompeta, guitarra punteada y espectral silbido. Aquel sonido quedaría ligado por siempre a esta sedición del género que los norteamericanos desestimarían con el apelativo de “spaghetti western”.

Leone, que aquí en velado homenaje a su también cineasta padre firmó con el oportunista anglicismo “Bob Robertson”, reconstruyó la coetánea Yojimbo del maestro Kurosawa aprovechando el idóneo paralelismo entre el cine de samuráis y el de vaqueros. De paso, establecía otra herejía: huía de la bondad e inquebrantable moral del arquetípico paladín hollywoodiense para presentar las credenciales del antihéroe. Rol al que Clint Eastwood prestaría abrasado rostro y mirada profunda, transportándolo hasta la orilla de la mitología del pasado siglo. Un personaje infalible en su terreno, a medio camino entre dos prioridades: enriquecerse y salvar su propio pellejo. Y él en medio. Arrogante en actitud e inapelable en su planta, no hace falta conocer su pasado para comprender que ya sabe de sobra que dejarse llevar por los sentimientos puede resultar fatal en el salvaje Oeste. Suerte que, retornado del averno, uno aprenda que lo primordial es blindar el corazón. Ya nada ni nadie le derribaría. La Trilogía del Dólar había picado espuelas.
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Esta crítica me parece soberbia.