Escrito por Agente Cooper
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Sábado, 16 de Abril de 2011 |
2485
Valoración espectadores: 6.00
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Valoración de VaDeCine.es: 6.5
Título original: The Seven Year Itch Nacionalidad: U.S.A. Año: 1955 Duración: 105 min. Dirección: Billy Wilder Guión: Billy Wilder, George Axelrod Fotografía: Milton Krasner Música: Alfred Newman Intérpretes: Tom Ewell (Richard Sherman); Marilyn Monroe (-); Evelyn Keyes (Hellen); Sonny Tufts (Tom McKenzie)
En el cruce de Lexington con la 52 no hay un solo indicio o cartel que avise al transeunte de que se encuentra en un lugar sagrado del cine, de que esos conductos de ventilación fueron testigos de aquel prodigio (si bien la secuencia se tuviera que volver a rodar en un estudio debido a la imposibilidad de imponer silencio al gentío congregado), aquel vestido blanco agitado al compás de paso de viejo metro de Nueva York, y con él también el apetito sexual de medio mundo, que ansiaba ver qué se escondía bajo la falda de Marilyn Monroe. Estamos en 1955, ténganlo en cuenta. La Tentación Vive Arriba no es la mejor película de Wilder, pero nadie puede negar que contiene uno de los –digamos- 20 momentos inolvidables del Cine, un mérito que a nadie debe pasársele por alto.

Pero más allá de eso, lo cierto es que La Tentación Vieve Arriba es una de las comedias menos cáusticas de la filmografía de Wilder. Con más de un problema de guion heredado de su procedencia teatral, la cinta se soporta casi exclusivamente en su pareja protagonista: un efectivo Tom Ewell inexorablemente eclipsado por el mito (desde entonces) de Marilyn, bellísima y sensual a partes iguales en ese papel de tonta que interpretaba como nadie para Wilder.
El argumento contiene demasiados clichés desde el arranque: él es uno de tantos trabajadores "de rodríguez" en el caluroso verano de la Gran Manzana y ella acaba de mudarse al piso de arriba. El amago de pequeña aventura que ambos vivirán es empleada por Wilder para reflexionar de manera bastante superficial sobre la infidelidad y las inseguridades masculinas. Por el camino encontramos diálogos ingeniosos glaseados de caspa. Cinematográficamente, Wilder deja algún momento notable, por ejemplo las diferentes elucubraciones de nuestro imaginativo protagonista, capaz de verse como el mismísimo Burt Lancaster de Aquí a la Eternidad. Pero uno no deja de tener la sensación de que La Tentación Vive Arriba es más icónica que otra cosa, un claro ejemplo de clásico del celuloide sobrevalorado por su rotundo éxito comercial en aquellos años. Si no me creen, tras ver la película, pónganse Annie Hall. Notarán la diferencia.

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